Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

lunes, 26 de diciembre de 2022

Conversaciones en la barra de un bar V y última. Un elfo

Elfos bailarines, de August Malmström

El bar, una especie de bistró de esos que ofrecen comida económica, estaba casi vacío. Me senté en una banqueta en el extremo de la barra y pedí un café que Ezequiel, el camarero, tras dejar su tarea de preparar los adornos de Navidad propios de esos días, me sirvió diligente.

—Buenas tardes —me saludó entonces una voz aguda e impertinente—. Volví la cabeza y allí estaba él, un elfo que, siguiendo la costumbre me saludó con cortesía. 

—Hola —respondí.

—Hola, soy un elfo y me llamo Ezequiel, como el camarero.

—¡Caray!, yo también me llamo Ezequiel.

—Ya lo sabía, soy un elfo —replicó mientras se acariciaba las puntas de sus orejas.

—Te veo cansado ¿vas a hacer un relato con este encuentro?

—No, estoy muy desmotivado y falto de imaginación.

—Pero los elfos damos mucho a los escritores, la pluma se vuelve mágica y libre cuando habláis de nosotros.

—Ya, pero mi pluma está seca.

—¡Venga!, escribe. Yo te dicto. Nos se lo diré a nadie.

—A ver, dime —contesté desganado.

—Empieza: Yo no quería escribir más hasta que apareció un elfo y…

Yo continué escribiendo sin prestarle mucha atención, hasta el punto de que cuando levanté la cabeza y el elfo se había ido. Ezequiel, el camarero, me dijo que Ezequiel, el elfo, no quería interrumpirme, que te veía inspirado y que se había ido en silencio tras pagar la consumición de los dos.

Yo miré sin interés por la ventana y releí el texto que, de forma automática, sin pensar había escrito: “El elfo ha intentado convencerme, pero no lo ha conseguido. Este será mi último relato, no sé si para un tiempo o para siempre, pero aquí dejo. Quedan,  aparte de mis libros, cuentos y mis quinientos cuarenta y nueve microrrelatos publicados cada viernes desde mayo de dos mil quince; por si alguien, una tarde aburrida y lluviosa de invierno hubiera decidido entretenerse con su lectura. Espero haber llegado a vosotros en alguna ocasión nunca se sabe, puede que un futuro venga un elfo a convencerme”.

martes, 20 de diciembre de 2022

Conversaciones en la barra de un bar V. El árbol

Navidad mistica, de Sandro Botticelli

El bar, una especie de bistró de esos que ofrecen comida económica, estaba casi vacío. Me senté en una banqueta en el extremo de la barra y pedí otra copa, que Ezequiel, el camarero, tras dejar su tarea de preparar los adornos de Navidad propios de esos días, me sirvió diligente. 


—Buenas tardes —me saludó entonces una voz con sabor a pino antiguo—. Volví la cabeza y allí estaba él, el árbol de Navidad, en la esquina de la barra, intentando zafarse de las lucecitas de colores que le hacían cosquillas.

Hola le contesté extrañado, frotándome los ojos y mitrando mi copa de coñac, ya que de todos es sabido que dichos ornamentos, como mucho, canturrean alguna cancioncilla navideña acompasada con el tintineo de las luces ¿Cómo es que me hablas, si eso es totalmente imposible?

Efectivamente, no puedo hablar, nadie lo pone en duda.

Pues yo te oigo.

Tampoco podemos decir que eso sea falso. Una cosa es que yo hable o no y otra es que tú escuches.

¿Y qué quieres?

Nada, solo que oigas lo que tengo que decirte.

Dímelo entonces.

Solo puedes escuchar lo que elabores y yo solo puedo devolverte las palabras que pienses. Tú y yo solos lo mismo.

¿Me está diciendo que soy un árbol de Navidad?

No, ese soy yo. Tú eres lo que quieras ser.

Pareces más un manual de autoayuda que un adorno.


Con un guiño de todas las lucecitas del flanco izquierdo del árbol terminó la conversación al tiempo que Ezequiel desenchufaba las guirnaldas luminosas y me preguntaba si me pasaba algo.

viernes, 16 de diciembre de 2022

Ida y vuelta

Plaza Bib-Rambla, Granada. Ezequiel Barranco

Tras una larga ausencia, me senté a tomar un café en el bar de la plaza del pueblo. El camarero era el fiel retrato de su padre, y la clientela, salvo algunas ausencias, la habitual con más canas y quilos. El sol naciente alumbraba la fuente y las farolas daban un ambiente cálido a la mañana, solo roto por la bocina de algún o el ladrido de un perro. Las palomas revoloteaban y la ciudad comenzaba a moverse. 

Terminado el café, dejé unas monedas en la mesa y crucé la plaza para ir al puestecillo en que de niño compraba chucherías y, más tarde, un cigarrillo que me fumaba con el anciano quiosquero, mientras hablábamos de fútbol o del tiempo.

Al llegar a la esquina y ver el quiosco cerrado, noté el profundo silencio de la ausencia, volví a casa y soñé con una chuchería y un cigarrillo con sabor a añoranza.

sábado, 3 de diciembre de 2022

Los dueños del tiempo

Carta Dixit
Festicaox, el mago de las horas, harto de críticas, decidió cambiar lo establecido. A partir de ese momento mandarían los sentimientos, no el paso rítmico y rígido de los minutos. Así, el tiempo sentido pasó a ser el real, de forma que si a un joven sentía que la espera a su novia se le hacía eterna, pues ese tiempo nunca acabaría, aunque a ella el encuentro tan deseado le pasaría como una exhalación. El resultado fue complejo y nadie se acostumbró a ese caos horario, que llevó a la humanidad a no poder ponerse de acuerdo en algo tan simple como cuando empezar o terminar algo. Intervino entonces la Diosa Orden para acabar con ese caos y, con su vara de mando, ordenó volver al pasado, pero se había producido tal desorden en ese tiempo que llegó a darse la circunstancia de que algunos niños nacieron antes que sus madres, desesperadas por los inacabables dolores del parto. Fueron las Diosas Luna y Sol, las que finalmente impusieron el ritmo que hoy vivimos, marcado por el despertar y el anochecer, al cortar con una gran tijera las barbas de Festicaox y la batuta de Orden. 

domingo, 27 de noviembre de 2022

El amigo imaginario

Niño con paloma, de Pablo Ruiz Picasso

Mi nombre es Pictolo y me gusta estar con Andresín, al que quiero mucho. Tiene mi misma edad, ocho años, y se parece a mí, aunque yo soy más alto, fuerte y valiente, y siempre estoy dispuesto a ayudarlo y estar a su lado cuando está solo o tiene miedo. Nunca nos habíamos separado, pero después de las vacaciones de verano hemos pasado curso y cambiado de clase, con niños más mayores, y Andresín se junta ahora con sus nuevos compañeros del cole, con los que juega a fútbol y a las canicas, y con los que se junta para ir al campo con sus padres sin avisarme. 

He notado que, poco a poco, se ha olvidado mí y que ya no me busca ni me llama, pero sé que es feliz y eso me basta. Ahora estoy buscando a otro niño solitario al que acompañar y defender cuando haga falta.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Miradas encendidas

Whale Blowing, de Henry Scott Tuke

Dicen que ver a una ballena muerta trae mala suerte, y soy consciente de traer desgracias a los que me ven en este deplorable estado, tirada en la playa y rodeada de moscas y gaviotas deseosas, como yo lo estoy, de mi fallecimiento en este solitario paraje. Y digo que yo también deseo mi muerte porque después de haber pasado toda la vida en paz, haciendo disfrutar a niños y curiosos con mi tamaño, con mis aleteos y ese chorro de agua que soy capaz de lanzar a más de diez metros, me veo encallada justo aquí, enfrente de una pareja de jovencitos amantes que se miran con unos ojos celestes encendidos de amor y a los que —imperativos del destino— creo traer una desgracia no deseada.

Espero deseosa a que aparezca una luna llena y, con ella, la marea viva que me permita volver al mar y librarlos de tan mal augurio, pero solo asoma un tímido cuarto menguante. Desesperado intento aprovechar la escuálida pleamar para zafarme y librarlos del destino. Aleteo con todas mis fuerzas, intento girar mis seis toneladas de grasa y carne, resoplo, pero casi no consigo moverme. Compruebo, no obstante, que las mosca y las gaviotas han huido y dirijo mis ojos negros encendidos de culpa a la pareja, con la esperanza de que hayan huido también, pero los veo correr hacia mí, seguidos de una horda de jóvenes que, con arpón, piedras, estacas y cuchillos, se me acercan con los ojos encendidos de odio. 

sábado, 19 de noviembre de 2022

En el principio fue el caos

Adám y Eva, de Gustav Klimt

Dicen que del barro primigenio surgió Gea, quien engendró a Urano, gracias a la intervención de Eros, que ya andaba por ahí preparada para convertirse en la piedra angular que marcaría la evolución de los seres humanos y de todas las especies. Otros contradicen esa historia y cuentan que al principio era el verbo. Quizás ambos relatos estén hablando de lo mismo y Eros utilizó la palabra para organizar más tarde, con mi compañera Eva, esas relaciones que han creado el entramado de amores y odios, fidelidades y traiciones, felicidad y desgracia, que es el sustento y la razón de ser de la historia de la humanidad.

Podría haber sido distinto si yo no hubiera aceptado la manzana, que lo pensé, pero me dejé llevar y no hice nada porque ya estaba escrito el guion.

sábado, 5 de noviembre de 2022

La justa lucha del paladín

Sota de Espadas. Carta de la baraja española

Desde que un día de mala suerte el Rey de Bastos exiliara a la Reina de Copas, tras una mala jugada en que le hizo perder una partida de brisca, ella vive encerrada en un terrible castillo de naipes. La fortaleza tiene cuatro plantas, su alzado es triangular y está rodeada por un jardín de tréboles que le dan un falso aspecto amable. Pero todo es mentira, en la planta baja las picas frenan a curiosos e intrusos, y a ladrones atraídos por los diamantes del primero. En el siguiente nivel están las estancias donde se asientan los corazones indecisos, que descansan desorientados y  dominados por el influjo magnético del malvado Joker, ese ser deforme de risa cínica que tanto odia a la noble baraja española y que, desde la única estancia del último piso, controla el edificio y el verde prado que lo rodea y vigila a sus habitantes. 

Y aquí estoy yo, la valerosa Sota de Espadas, en la base de la construcción, empujando con mi tizona las frágiles paredes del edificio, para derrumbar la obra con el viento de mi ira y que los invasores bárbaros caigan bajo el peso eterno de la tradición.

sábado, 29 de octubre de 2022

Solo para mayores

Mickey y Minnie. Comic. Walt Disney

Llevaba semanas preparando esa noche. Habíamos vivido muchas aventuras juntos y compartido momentos felices y otros de angustia y de miedo, siempre apoyándonos, siempre cómplices, pero jamás habíamos disfrutado de un momento de intimidad a pesar de mi ya no disimulado amor que, creo, era compartido. Cuando llegué a su casa encontré la puerta abierta y, al fondo, su silueta achaparradita y contundente que el contraluz dejaba ver. Sus braguitas rojas de lunares me embelesaron. Ella me guiñó pícara y provocadora. La desnudé, la olí, nos besamos, nos acariciamos y jugueteamos con nuestros largos bigotes. Sus doce pezones me miraban y los pelos de mi lomo se erizaron al tiempo que su gemido —corto, agudo, sincero— musicaba los tres segundos más placenteros de mi existencia. Te quiero, Minnie, le dije, antes de que cayera sobre nosotros un inmenso sello rojo que rezaba «CENSURED».

sábado, 22 de octubre de 2022

El amigo más fiel

Fidelidad, de Briton Riviere

Tuno siempre acompañaba a su dueño, un viejo limosnero, dormía junto a él en los cajeros, en los parques o o en su chabola, lo seguía en la rebusca en los contenedores y lo defendía cuando se peleaba por un pedazo de pan, una colilla o una botella de vino, con la fiereza propia de un Pitbull bien adiestrado.

Cuando murió el vagabundo, el pobre animal se quedó tumbado, en una espera inútil, junto al banco en que apareció muerto su dueño, hasta que un día se lo llevaron para adiestrarlo para peleas de perros. Lo convirtieron en un animal agresivo, pero fuera de los entrenamientos permanecía triste y apático en su jaula.

Por fin llegó el día de su primera pelea a muerte y lo enfrenaron a otro perro mucho más débil para comprobar así su capacidad real. Tuno no se lo pensó dos veces y se dejó ganar.

viernes, 21 de octubre de 2022

Todo preparado

El violoncelista, de Paul Gauguin

Miraba desde el centro del escenario al patio de butacas. El silencio era absoluto, absorbente, y trasmitía una paz que, junto a la tenue iluminación del teatro, le hacían sentirse incorpóreo, como si estuviera flotando en un espacio inexistente.

    Sin más preámbulos, tras respirar profundamente y con los ojos cerrados, acometió con decisión las primeras notas de la segunda suite para violoncelo solo de Bach. 

    De pronto, un ruido en la puerta de la sala lo alarmó y le obligó a dejar de tocar. El concierto es a las ocho —pensó sin dejar de mover los dedos y recrear mentalmente cada nota— y en poco tiempo llegarán los miembros de la orquesta. Se levantó de la silla, miró el cubo que tenía entre las piernas, alzó la fregona que sujetaba con dulzura sobre el hombro, y retornó a su realidad para que el escenario estuviera limpio y preparado antes de la entrada de los músicos para el ensayo.

sábado, 8 de octubre de 2022

Mentiras

La mies, de Alexander Bubnoy

Tenías hambre.

    -La mies es mucha, pero los obreros pocos —dijo el patrón.

    -El jornal no llega a cubrir nuestras mínimas necesidades.

    -No solo de pan vive el hombre.

    -Estoy extenuado.

    -Ora al Señor de la mies para que envíe prosperidad.

    -Nuestras familias han tenido que emigrar —replicaste con un tímido gesto de ira que ensombreció tu rostro.

    -Busca quien te ayude. Deja que los niños se acerquen a mí —dijo Jesús—, suyo es el Reino de los Cielos, y yo les ayudaré a alcanzar el futuro.

    -Tenemos hambre. Mi hija tiene que comer ahora en este reino.


Y tu hija tenía hambre.

    -No puedo más.

    -Si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a ese monte «Pásate de aquí para allá, y se pasaría, y nada sería imposible».

    -Tenemos hambre.


Y el patrón tuvo hambre

    -Mándame a tu hija, que le dé de comer.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Escape

El hombre invisible, de Christopher Quirós

Harto de miserias, consciente de desperdiciar y buscar tu mañana en el ayer, te acurrucaste bajo los cartones que utilizas para taparte en el cajero automático, con la esperanza de que tus sueños te levarían a un mundo más feliz. Al cerrar los ojos viste pasar a un unicornio azul y, por fin, pudiste respirar.




sábado, 24 de septiembre de 2022

Cautivos

El banquete de las hadas, de John Anster Fitzgerald

Ocultos entre los árboles y la maleza, los seres del bosque disfrutaban de una vida feliz. Las hadas no cejaban en su empeño de mantener cierta paz, alejar a los traviesos sátiros de las benéficas sibilas y evitar que los gnomos y orcos discutieran, mientras los duendes y los elfos deambulaban felices entre los árboles y las flores, y las brujas fabricaban pócimas sanadoras y contra el mal de ojo.

Pero un peligro desconocido y todopoderoso acechaba y los empujaba para sacarlos de sus tierras naturales. Cada vez su hábitat estaba más amenazado y tenían menos espacio hasta que terminaron viviendo en una angosta la ladera del río, bajo los acantilados. Fue allí donde una enorme red los atenazó y los sacó del bosque para llevarlos a un frío almacén en el que el maléfico ogro ToysRus, los guardó en cajas multicolores, junto a otros que ya tenía en su poder, para venderlos como esclavos por todo el mundo.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Desconocidos

Interior, de Edgar Degas

Al entrar en el vagón, él empuja galante su maleta roja y gastada hacia el fondo del portaequipajes y hace sitio para la de ella, algo más pequeña, algo menos ajada. Charlan y descubren que su estación de destino es la misma —¡Otra coincidencia!, dicen al unísono—. Quedan en verse otro día. Al salir intercambian por error las maletas. Él no la nota más pequeña, ella no la encuentra más estropeada.

            Una semana más tarde acuden a la cita. Se toman varias copas. Ríen. Ella lo invita a su apartamento, él acepta. Suben. Ella muestra confiada, él domina la situación. Intercambian las maletas, la de ella está llena de angustia, la de él, de lascivia. Más tarde ella se queda sola con su maleta repleta de repugnancia. Él deja tirada la suya en el suelo, abierta, sucia, vacía. Ella llora, él se toma otra copa camino de su casa.

domingo, 11 de septiembre de 2022

Doña Amadora 8 (y última): Doña Hilaria

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.




«Siete plagas llegarán antes del fin de los tiempos. La primera, la terrible, pero no la peor, está pronta: la rebelión de los animales. Le seguirán la resurrección de las sombras y el renacer de las pesadillas, la pestilencia de sangre y orina, la invasión de los insectos, la palabra de los falsos profetas y, la última y más terrible, el apogeo y coronación del dios caos, que anunciará el fin de esta era de pecado y dolor.



ESTE LIBRO SE ACABÓ DE DISEÑAR Y MAQUETAR, LISTO PARA IMPRIMIR, EN LA CIUDAD DE JAÉN EL DÍA 1 DE ABRIL DE 2022 (EFEMÉRIDE DEL LUCTUOSO BOMBARDEO DE LA CIUDAD DE JAÉN POR LAS TROPAS GOLPISTAS O "NACIONALES" ACAECIDO ESE MISMO DÍA DEL CALENDARIO EN 1937). MIENTRAS, AHORA, EN OTRA GUERRA CRUEL, SE BOMBARDEA A LA POBLACIÓN CIVIL Y SE DESTRUYEN CIUDADES EN UCRANIA.

VILLA AMADORA está disponible en la Botica de Lectores en Sevilla y en cualquier otra librería física o página de venta online, o se puede adquirir en la editorial (Líberman) o contactando directamente conmigo.

Ilustración: Cabeza de anciana, de Charles-François Daubigny 

sábado, 10 de septiembre de 2022

Doña Amadora 7: Petra

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.



«¡Déjame, mamá!, mi padre está muerto y, cuando te miro y veo cómo le sirves, le cuidas, le quieres, siento que tú mueres; mueres cada día para mí, porque nunca has dejado de morir desde ese día; al igual que tu hijo, bañado en alcohol y mierda; tu hermana, sumida en sus delirios; la casa, carcomida por las miserias que arrastramos y nos arrastran. ¡Muertos, sí muertos!, de la misma forma en que yo muero treinta veces al mes, veinticuatro veces al día, y sesenta veces a la hora, al minuto, al segundo.»



VILLA AMADORA está disponible en la Botica de Lectores en Sevilla y en cualquier otra librería física o página de venta online, o se puede adquirir en la editorial (Líberman) o contactando directamente conmigo.

Ilustración: La pelirroja con blusa blanca, de Henri Toulouse-Lautrec 

viernes, 9 de septiembre de 2022

Villa Amadora 6: Jacinto

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.


«¿Un error evitarle una agonía y un sufrimiento inútil? —replicó Jacinto a su madre— ¿Un error aliviarlo en vez de comprar unas velas para ponerlas a la Virgen y engordar a las beatas y al cura ese? ¿Un error compartir con él su último cigarro? —Jacinto bajó el tono de voz para seguir susurrando sus recuerdos, como si estuviera reviviendo su dolor— ¿Un error presentarme a los pocos días en casa de su viuda? ¿Un error llevarle sus divisas? ¿Un error decirle que luchó como un héroe? ¿Un error suavizarle el relato de su muerte? ¿Un error responder a su abrazo y llorar juntos? ¿Un error despedirme con un saludo militar que tanto me agradeció ella en su nombre?. Tras un segundo de silencio se volvió a su padre: ¡Tú, mutilado, héroe, sargento, falangista, dueño absoluto de la razón, tú no sabes lo que es un error!»

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Ilustración: Autorretrato con botella, de Edvard Munch

jueves, 8 de septiembre de 2022

Villa Amadora 5: Doña Amadora

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.


«Pobre Marquitos. Parece un Niño Jesús, recuerdo que decían las beatas —me contó emocionada doña Amadora en la puerta del cuarto como si adivinara mis pensamientos—, y yo contestaba haciéndole carantoñas “¡Ea! Es que lo es”, y él respondía ta, ta, ta, con su vocecita de angelico y todos nos echábamos a reír.»


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Ilustración: Retrato de anciana, de autor desconocido

miércoles, 7 de septiembre de 2022

Villa Amadora 4: Don Higinio

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.

«Fueron años muy difíciles, la guerra aún no había acabado, Madrid aguantaba y el gobierno esperaba, no sé a qué, en Valencia; y aquí, aunque el viento parecía soplar a favor nuestra, no sabíamos con seguridad si caeríamos en el lado de los vencedores o si un cambio en los acontecimientos nos negaría la victoria. Yo, por entonces, ya lo tenía claro, decir que sí a lo que me mandaran y hacer lo que me conviniera, ¡Ojo! siempre sin faltar al honor ni a la honra. No voy a negar que me sentía a gusto en el bando que me había tocado, solo quería que respetaran mis costumbres y me dieran lo necesario para comer yo y mi familia, y eso, gracias a mis galones y a mi lealtad, aunque me haya tenido que tragar muchos sapos y, lo sé, hacer daño, lo están cumpliendo. ¿Qué si me arrepiento de mis desmanes? Pues no sé, eran fruto del momento, o del miedo, o de la ira ¡qué sé yo! Lo hecho, hecho está, el pasado no va a volver y dudo mucho que alguien venga ahora a juzgarme, salvo mi conciencia, aunque a esta la tengo bien domesticada.»

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Ilustración. Retrato de Caballero, de Domingo Soler

martes, 6 de septiembre de 2022

Villa Amadora 3: Crispín

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.




«Siempre he defendido que la vida empieza en el futuro, que es lo que buscamos; se desarrolla en el presente, que es donde habitamos; y acaba en el pasado, que es nuestra añoranza. Hoy, la edad me ofrece la oportunidad de recrearme en mi historia y poner en pie cualquiera de los acontecimientos que han jalonado mi vida.»





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Ilustración: Hombre joven con anciano, de Vicent van Gogh

lunes, 5 de septiembre de 2022

Villa Amadora 2: La casa (Sebas)

Me complace que, poco a poco, conozcáis la ciudad y la casa, y que los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.

«Nada más entrar al patio —me comentaba Sebas—, la escalera que ves da acceso a la vivienda, y deja abajo el portón a la cuadra y bodega. La puerta principal ya solo se abre las pocas veces que Higinio baja al jardín, su mujer sale a hacer las compras, o Jacinto a sus escapadas nocturnas, de las que, aunque disimula, nadie está ajeno. La cuadra, siempre cerrada, no puede ocultar el cacareo de las gallinas, el rebuzno de la borrica, los ladridos defensivos de los perros, y el maullido de los gatos que entran o salen por la gatera, según el hambre o el celo se lo demanden. Por dentro, la construcción es como castillo con un conjunto de pequeñas celdas independientes en las que don Higinio, Petra, Jacinto y doña Hilaria han levantado sus dependencias, a las que solo se permite entrar doña Amadora, que sube y baja en cada momento las escaleras, en un intento vano de poner orden y reclamar conciliación.»


VILLA AMADORA está disponible en la Botica de Lectores en Sevilla, en cualquier otra librería física o de venta online, o se puede adquirir en la editorial (Líberman) o contactando directamente conmigo.

Ilustración para la novela de Ezequiel Barranco Reina


domingo, 4 de septiembre de 2022

Villa Amadora 1: La ciudad.


Me complace que, poco a poco, vayáis conociendo la ciudad, la casa y los personajes de mi novela Villa Amadora se vayan presentando.

Filas de seminaristas caminaban a la Catedral, en silencio. Ancianas enlutadas arrodilladas ante el Cristo de la Luz musitaban oraciones, en silencio. Cadenas se arrastraban detrás de la Virgen de la Soledad, en silencio. Llantos y golpes en el pecho tras Nuestro Padre Jesús suplicaban, en silencio. El ritmo marcial de la benemérita tras la procesión de los civiles nos aclaraba quien tenía la razón, que debíamos asumir, en silencio. Iglesias llenas en las que solo se oía susurrar alguna oración, en silencio. El rosario de cada noche unía a las familias, en silencio. El obispo Romero levantaba el San Rostro, en silencio, y los devotos rezaban sin atreverse a elevar la mirada, en silencio. Los curas, los militares y los prohombres comían y bebían, reían y festejaban a gritos, y desviaban una mirada inoportuna, en silencio. Bendiciones con saludo romano y la cara al sol prometían un nuevo amanecer en el que no creían, en silencio. Los niños recibían la primera comunión con chocolate, cuando lo había, en silencio. Los fieles asumían ser polvo, en silencio. La cruz del cerro nos miraba, en silencio. El ángelus, la sabatina, el rosario de la aurora, las misas, las vidas de santos, las tres avemarías y el padrenuestro nos aleccionaban, en silencio. Las monjas, los abades y las beatas de la Compañía de María de los Mártires del Purgatorio y el Convento de las Hermanas de la Caridad de Santa Hilaria nos recordaban que el fin de los tiempos estaba por llegar, en silencio. La fe nos recordaba, en silencio, que solo con resignación alcanzaríamos el reino de los cielos. Así, el silencio se enseñoreaba en las mañanas de neblina, las tardes de agobio y las noches de miedo. Y el futuro se presentaba como una promesa sin palabras, que todos escuchábamos, en silencio.

VILLA AMADORA está disponible en librerías, en la editorial (Líberman) o contactando directamente con el autor.

sábado, 3 de septiembre de 2022

Gemelas

La Esperanza II, de Gustav Klimt

Veían la luz. Tan potente era que laceraba sus miradas ciegas incapaces de llorar, de reconocer un color que no fuera negro sanguinolento. Sus vidas habían sido tranquilas hasta que cruzaron la frontera, esa línea que deja atrás el ayer y abre el mañana.

Macarena aún recuerda la paz del sueño sereno, y el brusco y doloroso despertar, sus compartidos latidos desbocados… y el fulgor. Violentas y dolorosas sacudidas la impulsaron al exterior, al más allá del conocido contorno de silencio amable. Carmen dormía. Macarena encontró el aire necesario para su existencia. Carmen ahogó su voz silente.

            La madre luchaba por abrir el paso y acogerlas. La amable burbuja amniótica estalló. Los cuatro kilos largos de Macarena cruzaron la raya a la vida mientras la vida de Carmen se ahogaba en meconio y la piedad besaba y lloraba en confuso dolor. Macarena pudo escuchar un quejido inaudible, y su hermana calló. 

miércoles, 24 de agosto de 2022

Ejecución

Quasimodo, de Antonie J. Weirtz

Nací sin ojos, lengua, orejas ni nariz, y a mis padres los acusaron de brujería y fueron quemados el mismo día de mi nacimiento. Pude sobrevivir gracias a los cuidados del Gran Inquisidor, que me acogió, como pude comprobar más tarde, para su provecho.

Me obligó a ejercer las tareas más diversas: limpiar, trabajar el huerto, ayudar en las ceremonias o levantar el cadalso, azuzar el fuego y preparar las sepulturas, que yo realicé con humildad y abnegación a pesar de no poder ver, hablar, oír ni oler. Incluso me utilizó de entretenimiento en sus lances cortesanos, demostrando lo que yo era capaz de entender solo con un deseo, un gesto o una mirada suya, y hasta donde había aprendido a controlar mi mente y utilizar mis pensamientos para sobrevivir.

Un día, en un descuido mientras cargaba leña, levanté la cabeza hacia donde sentía su presencia, le dediqué un pensamiento de odio, y dejé de notar su existencia al tiempo él caía inerte en la soledad del jardín del convento.

lunes, 15 de agosto de 2022

Fin de la inocencia

Autorretrato en bola de cristal, de Roberto Montenegro

Entré en la casa la Navidad en que Juanito cumplió un año y su padre me dejó junto a su cuna. Yo disfrutaba con la sonrisa del pequeñín al ver caer la nieve en la bola de cristal en que vivía, hasta que se quedaba dormido. Pasaron los años y aún continuaba jugando conmigo, pero un día de Reyes, ya cumplidos los nueve años, de un manotazo, tiró mi mundo al suelo, se rompió la bola, se desperdigó la nieve y yo quedé tendido en la alfombra. Quise esconderme pues iban a llegar los Reyes, y descubrí entonces decepcionado que eran sus padres, que amenazaban con pisarme sin querer. Hui al jardín a buscar al Ratón Pérez que unos días antes le había dejado un regalo al niño, pero me encontré una inmensa rata de alcantarilla. Ya nunca pude volver a mi bola de cristal.

sábado, 13 de agosto de 2022

Sentidos

Dos personas, de Edvard Munch

Ella escuchó cómo sus pasos se acercaban con decisión, y tembló. Él, conforme avanzaba, disfrutó de su suave olor a lavanda que lo transportó a un idílico campo verde y malva. Ella cerró los ojos, y él notó que le acariciaba la brisa suave de sus pestañas. Él sonrió y ella sintió cómo el leve sonido de sus labios la llevó hacia mares lejanos mecida por el vaivén de las olas. Ambos, antes de iniciar su paseo, se dieron la mano y soltaron sus bastones blancos como cualquier otra hermosa tarde de primavera.

martes, 9 de agosto de 2022

María se asomó a la baranda del puente

Muchachas en el puente, de Edvuard Munch

María se asomó a la baranda del puente. Debajo, un viejo acordeonista tocaba Corazón, corazón y unos chavales lo rodeaban y bailaban al ritmo se la música entre los naranjos que daban sombra al paseo. En el río, un albur sacó la cabeza, movió la cola y se marchó chapoteando en el agua.

María se asomó a la baranda del puente y se quedó un rato mientras martilleaba con sus dedos impacientes al ritmo de Corazón, corazón que, abajo, entre los naranjos y rodeado de pequeños, tocaba un viejo acordeonista. Distraído siguió con su pensamiento a un albur que río abajo chapotaeaba y colmaba su sosiego.

María se asomó a la baranda del puente. Debajo, paralela al río, una fila de naranjos enriquecía la luz fría de los adoquines húmedos y verde de la corriente. Un viejo acordeonista y cinco niños bailaban y daban vida a un cuadro impresionista nunca pintado, y en el río, un rápido albur plata dibujaba sobre la corriente un camino de espuma hacia Dios sabe dónde. 

domingo, 31 de julio de 2022

Después de la tormenta

¡Aún dicen que el pescado es caro!, de Joaquín Sorolla

En la antigua pescadería del puerto se podían ver los restos de la pesca que no se vendió la jornada anterior, y que ya empezaban a oler mal.

            Fue una mañana fría, de poca venta. Emilia reparaba las redes, mientras esperaba a su marido, preocupada porque el tiempo desapacible, la lluvia y el oleaje de la costa gallega hizo que solo salieran a faenar los más atrevidos o necesitados. Ella le imploró que no saliera —«te estás haciendo viejo, Martín», le advirtió—, pero él contestó que estaba harto de comer sopas de pan.

            Cerca ya el anochecer, se dirigió al puerto, pues a esa hora debería llegar el barco con una nueva carga, pero solo encontró a otras mujeres, que observaban en silencio el mar embravecido y escudriñaban el horizonte.

            Al día siguiente miraban juntas al mar en calma, y el pescado cada vez olía peor.

martes, 26 de julio de 2022

El protagonista

Lágrimas de sangre, de Oswaldo Guayasamín

Intenté salir con todas mis fuerzas. Quise abrir la puerta que me impedía el paso y que parecía atascada, sin picaporte ni cerradura. Busqué inútilmente alguna ventana o un resquicio por el que entrara algo de luz y me vi rodeado por cuatro paredes lisas, frías. El silencio era absoluto en el espacio frío y angosto que me rodeaba. Para relajarme procuré respirar hondo hasta llenar los pulmones, pero no había aire. Aporreé la madera que me impedía el paso y grité cuanto pude, pero no me escucharon. Oí entonces unas oraciones susurradas, un llanto apagado y unos pasos que se alejaban. 

martes, 19 de julio de 2022

Premonición

El campo de maíz, de Vicent van Gogh

Caminaba tranquilo por la calle cuando noté que me daban unos golpes en la espalda y una voz me alertaba de que iba a tropezar con una rama caía de un árbol. Me volví y vi a un joven mendigo sentado en el suelo, junto a un portal.

¿Cómo lo sabes? —le pregunté asombrado al ver su aspecto—. No tienes ojos y no has podido verme a mí ni al obstáculo.

—El olor, es por el olor de tu sangre.

—Pero, tampoco tienes nariz, y son nariz no hay olfato.

—Estoy seguro de lo que te digo.

—¿Y es posible que me hables y me oigas, sin boca ni orejas?

—Siento tu pensamiento y tú, si te esfuerzas, puedes adivinar el mío.

—El caso es que me ha parecido que me golpeabas la espalda al avisarme del peligro, pero no creo que sea posible, te faltan ambas piernas para levantarme y los brazos para tocarme.

—Sé que puedes sentirme como yo te siento a ti.

Seguí andando confuso hasta que tropecé y caí. Con la ropa y ambas manos manchadas de sangre volví la vista atrás y pude ver una sombra informe que pasaba junto a mí y se detenía unos metros más adelante.

 —¿Quién eres?, le pregunté confuso.

—Tu futuro —respondió.

sábado, 9 de julio de 2022

Mi mágica oportunidad de emprendimiento

Ilustración de Eva García para el concurso de relatos Monstruoscopio

Para terminar mi trabajo de fin de curso del taller de brujería le di a mis gemelos una pócima que iluminara su mente, pero algo saló mal y ahí los tengo, de candelabros en la baranda de la escalera. Mis padres no paraban de insultarme por el error y, harta como estaba, les hice un encantamiento y acerté, ahora son dos cuadros colgados de la pared entre unas arañas —antes eran mis gatitos queridos—, que tejen aburridas su red. Mi marido, un ángel caído del cielo, vio el caldero, probó la sopa sin preguntarme y ahí está la criatura, tranquilo y feliz, como un trofeo a mis espaldas. Por suerte bebió muy poco y ha conservado la mirada y el habla. Me dijo que no que no le importaba, que era feliz y que, como buen voyeur, disfrutaba cuando me contoneaba al preparar un bebedizo.

Yo ya he olvidado mis apuntes y me dedico a investigar mis pócimas con éxito. De hecho, era bajita, rechoncha, pálida y poco agraciada y me llamaban Julita y hoy dirijo el Magic Scape Room Madame Juliette con ofertas lúdico-gastronómicas para adultos. Mi marido, sin embargo, tiene un rictus desabrido que me desasosiega.

Publicada en el Concurso de Relatos Monstruoscopio

sábado, 2 de julio de 2022

Proyecto de estado

Escena de calle en París, de Richard Estes

Estimados compromisarios, señor presidente:

Ante el evidente deterioro de la convivencia que la nación está sufriendo, propongo poner en marcha un plan de actuación dividido en diez fases de dos meses de duración cada una:

 

- Fase 1: Mejorar la programación de televisión y otros entretenimientos para la familia.

- Fase 2: Procurar que las casas tengan las mejores medidas de confort, por ejemplo, aire acondicionado centralizado y electrodomésticos adecuados a las necesidades de cada familia.

- Fase 3: Facilitar la máxima seguridad en el domicilio como puertas blindadas, alarmas, etcétera.

- Fase 4: Formación obligatoria para toda la población de informática, internet y redes sociales.

- Fase 5: Potenciar la venta online para la totalidad de los productos básicos.

- Fase 5: Ampliar el comercio digital para la máxima difusión del ocio y descanso, incluyendo televisión con implantación generalizada de plataformas televisivas gratuitas.

- Fase 6: Obligar que todas las casas tengan balcones y ventanales que permitan una adecuada vivencia con la naturaleza y aire libre.

- Fase 7: Publicitar las ventajas de la vida familiar y autoabastecimiento.

- Fase 9: Vigilar y reprimir las actividades de masas en la calle y locales públicos y privados, como manifestaciones, conciertos, eventos deportivos, etcétera. Se elaborará un programa para garantizar el disfrute en jornadas festivas, y los derechos de protesta o reivindicación, gracias al desarrollo de la red informática.

- Fase 10: Conseguido esto, aprovechar que las familias estén en sus casas disfrutando de los beneficios de nuestro plan de desarrollo para cerrar todas las puertas por fuera. 

lunes, 27 de junio de 2022

El recluta y el general

Inauguración del Memorial de Pablo I en Gatchina, de Gustav Schwarz  

Se celebraba el Día de la Fiesta Nacional y la culminación de los activos programados era la gran parada militar presidida por su majestad el rey. Participaban en el anual desfile conmemorativo de la victoria más de cuatro mil efectivos entre militares, zapadores, guardia civil y policía nacional, aparte de cien vehículos y aeronaves. Especial atención recibió un joven militar que desfilaba en un pulcro anonimato entre los impecables soldados del destacamento de tierra.

            Fue en el momento de alcanzar la tribuna de autoridades, cuando el joven perdió el paso y produjo en el capitán general que acompañaba orgulloso al rey, un leve enrojecimiento y un imperceptible rictus de inquietud y vergüenza. Repuesto del desagradable infortunio, bastó un gesto suyo y una sutil mirada amenazante, para que todos los participantes se acoplaran, con perfecta obediencia castrense, al paso perdido de su hijo.