Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 21 de octubre de 2022

Todo preparado

El violoncelista, de Paul Gauguin

Miraba desde el centro del escenario al patio de butacas. El silencio era absoluto, absorbente, y trasmitía una paz que, junto a la tenue iluminación del teatro, le hacían sentirse incorpóreo, como si estuviera flotando en un espacio inexistente.

    Sin más preámbulos, tras respirar profundamente y con los ojos cerrados, acometió con decisión las primeras notas de la segunda suite para violoncelo solo de Bach. 

    De pronto, un ruido en la puerta de la sala lo alarmó y le obligó a dejar de tocar. El concierto es a las ocho —pensó sin dejar de mover los dedos y recrear mentalmente cada nota— y en poco tiempo llegarán los miembros de la orquesta. Se levantó de la silla, miró el cubo que tenía entre las piernas, alzó la fregona que sujetaba con dulzura sobre el hombro, y retornó a su realidad para que el escenario estuviera limpio y preparado antes de la entrada de los músicos para el ensayo.

4 comentarios:

  1. Ni hay un sitio más mágico que un escenario en silencio. Doy fe. Olé

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  2. No está mal. La ilusión y los sueños son el preámbulo de su realización.

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    Respuestas
    1. Hay que disfrutar del momento aunque luego la realidad lo destruya

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