Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 25 de enero de 2019

Lo efímero (Serie mis cuadros - 2)

Paseando por Mallorca

A la izquierda, las flores verdes y amarillas y los arbustos ocultan la ruina del muro ajado y la entrada al oscuro callejón, limítrofe entre aventuras de palacios. A la derecha, viejas fachadas de la ciudad de siempre, portones, altos balcones y férreas rejas protegen la quietud impávida. Al fondo, la calle vacía y la luz del ocaso, reflejada en irregulares y brillantes losas, ilustra el camino. Detrás, oculto, el pintor retrata el pasado.

viernes, 18 de enero de 2019

Inmolación (Serie mis cuadros - 1)

Flor de Pascua

Aunque había nacido flor de pascua, tenía alma de margarita, y así creció, en contra de la voluntad de sus progenitores, dejando caer sus hojas para conservar solo el penacho con el que ofrecerse al eterno juego del sí me quiere, no me quiere.

Un aciago día de finales de marzo, un desesperado joven, fue arrancándole hoja por hoja, con parsimonia, entre sonrisas y lamentaciones. Cuando arrancó la última, el amante se fue feliz y ella murió en un postrero y satisfactorio suspiro.

viernes, 11 de enero de 2019

Tiempo de Navidad (epílogo): Tiempo Ordinario

Descanso en la huida a Egipto, de Joachin Patinir

Las figuras del belén descansaban ya en cajas de zapatos, los Reyes habían llegado a sus palacios, y María, José y el Niño preparaban el viaje a Egipto. Ya está todo recogido repetían cada año Fermina, Josefa, Custodia y María.
Los Rupérez, los Remesal, los Cepeda y la Sagrada Familia, respiraban tranquilos celebrando que, por fin, la Navidad, tan ajena, tan distante, había acabado.

viernes, 4 de enero de 2019

Tiempo de Navidad - III: Noche de Reyes

Adoración de los Reyes Magos, de Diego Velázquez

La familia Cepeda, formada por Felipe y Custodia, felizmente casados hacía más de quince años, y su pequeño retoño, Paquito, se disponían a disfrutar de la cena Reyes.
La pareja se sentó alrededor de la mesa camilla, al abrigo del brasero, mientras el pequeño, de rodillas en el suelo, colocaba en perfecto orden las figuras del Belén, que ya iban abandonando el portal, salvo los Reyes Magos, que se postraban ante el Recién Nacido.
Un humilde árbol de Navidad, adornado por bolas plateadas y guirnaldas rojas, y algunos espumillones en los marcos de los cuadros y en los brazos de la lámpara de araña que, por la ocasión, lucía con todas las bombillas encendidas, completaban los adornos del salón para regocijo de la familia, siempre amante de las tradiciones.
Sobre la mesa, los tres platos, servilletas rojas con motivos navideños, las copas de la vajilla de la boda, y la sopera con un caldo de pescado y unos muslos de pollo. En el aparador una bandeja con tres vasitos llenos de aguardiente para Sus Majestades —¡Venga!, que hay que lavarse las manos y acostarse pronto, repetía cada año Custodia.
En el belén, los Reyes ofrecían sus presentes —oro, incienso y mirra— al futuro Salvador del Mundo.
Antes de llegar al portal, Melchor, Gaspar y Baltasar, desviaron momentáneamente la mirada a la familia Cepeda, que en ese momento abría sus paquetes envueltos en papel de charol rojo —guantes, camisón y pelota—, pero no se detuvieron. Sus majestades retomaron presurosos el camino de vuelta a sus reinos.