Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 24 de febrero de 2024

Ayer


La luz del atardecer de otoño iluminaba el viejo paraguas de madera, reclamo de la antigua sombrerería que ocupaba un local de la calle más comercial de la gran ciudad.

En la fachada, aparte de la imagen publicitaria, un reloj señalaba las horas con algunas notas de piano de Chopin, y un gran escaparate mostraba toda su artesanal oferta. En su interior, estanterías cargadas de sombreros, gorras, boinas y monteras, algún tocado de mujer, y un par de solideos y birretes; dos paragüeros en una esquina y una percha con cinturones de cuero en la otra; todo ello cubierto por una fina capa de polvo. En el centro, la mesa con la escribanía y cientos de papeles en un perfecto desorden y, sentado tras ella, el dueño del establecimiento tomando notas en su libro de cuentas bajo la luz mortecina de la lámpara con tres de las seis bombillas encendidas. 

Me gustaba pararme y escuchar como el reloj desgranaba el ocaso en forma de Nocturno, hasta que un día, una tormenta descargó su furia en la ciudad y arrastró el paraguas. El reloj de cuco entonces se paró y el polvo se enseñoreó para siempre del pasado.

sábado, 17 de febrero de 2024

Génesis


La deconstrucción me resultaba excitante. Aserré la rama en que estaba sentado y, al escuchar el crujido de la madera, vi pude ver al árbol caer y desaparecer bajo mis pies entre sus raíces. Miré absorto como arrastraba tras de sí a hombres y  animales de tierra, aíre y mar, y como las nubes ocultaban a la luna, al sol y a las estrellas, y la vegetación moría bajo el influjo de la oscuridad. Sentado en aquella rama etérea ya no era capaz de distinguir el cielo del mar, ni la noche del día, y allí respiraba la total ausencia, el triunfo de la nada, cuando a lo lejos oí una voz grave que decía: «Empecemos otra vez».

sábado, 10 de febrero de 2024

El profeta


Aquel libro recogía algo más que una historia. Trataba de forma minuciosa de revoluciones, hambrunas, sequías, epidemias, terremotos y otras catástrofes naturales que culminaron con le segunda guerra mundial llevaron al planeta a una situación dramática.

Estaba satisfecho, el texto había quedado inmaculado, dibujos de gran calidad ilustraban cada uno de los acontecimientos, los editores se pelearon por publicarlo, y se vendieron millones de ejemplares en todos los idiomas.

Le propusieron escribir de nuevo y aceptó. Revoluciones, hambrunas, sequías, epidemias, terremotos y otras catástrofes naturales asolaron la Tierra y la condujeron a la tercera guerra mundial. Nunca volvió a escribir.

sábado, 3 de febrero de 2024

Carrera electoral


Mariano miraba al suelo sin atreverse a levantar la cabeza. «Pastora —le decía mientras caminaba—, esto tenemos que arreglarlo, con el millón de euros que me ha tocado en la lotería, vamos a conseguirlo» 

La Pastora rebuznó, movió el rabo para espantarse las moscas, y se quedó parada con la mirada fija en Mariano.

—¡Venga ya, Pastora, vamos a seguir!, que como yo no sé de letras ni de números y tengo poco entendimiento, no me van a admitir en ningún sitio, pero con este boleto voy a presentarme al señor secretario, le voy a ofrecer un buen pellizco y verás cómo me aúpa. Con el resto, ya veremos, pero, vuelvo a decirte, esto hay que arreglarlo, y con dinero todo es más fácil. Me cambio de ropa, me pongo una corbata, me peino, me planto una sonrisa y, con mi porte,  mis cuartos y una buena campaña, seguro que llego a alcalde.  ¡Qué sí, Pastora! Tú tampoco tienes entendederas, ni sabes escribir y solo rebuznas, pero tienes el establo muy bien apañao.