Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

domingo, 27 de noviembre de 2022

El amigo imaginario

Niño con paloma, de Pablo Ruiz Picasso

Mi nombre es Pictolo y me gusta estar con Andresín, al que quiero mucho. Tiene mi misma edad, ocho años, y se parece a mí, aunque yo soy más alto, fuerte y valiente, y siempre estoy dispuesto a ayudarlo y estar a su lado cuando está solo o tiene miedo. Nunca nos habíamos separado, pero después de las vacaciones de verano hemos pasado curso y cambiado de clase, con niños más mayores, y Andresín se junta ahora con sus nuevos compañeros del cole, con los que juega a fútbol y a las canicas, y con los que se junta para ir al campo con sus padres sin avisarme. 

He notado que, poco a poco, se ha olvidado mí y que ya no me busca ni me llama, pero sé que es feliz y eso me basta. Ahora estoy buscando a otro niño solitario al que acompañar y defender cuando haga falta.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Miradas encendidas

Whale Blowing, de Henry Scott Tuke

Dicen que ver a una ballena muerta trae mala suerte, y soy consciente de traer desgracias a los que me ven en este deplorable estado, tirada en la playa y rodeada de moscas y gaviotas deseosas, como yo lo estoy, de mi fallecimiento en este solitario paraje. Y digo que yo también deseo mi muerte porque después de haber pasado toda la vida en paz, haciendo disfrutar a niños y curiosos con mi tamaño, con mis aleteos y ese chorro de agua que soy capaz de lanzar a más de diez metros, me veo encallada justo aquí, enfrente de una pareja de jovencitos amantes que se miran con unos ojos celestes encendidos de amor y a los que —imperativos del destino— creo traer una desgracia no deseada.

Espero deseosa a que aparezca una luna llena y, con ella, la marea viva que me permita volver al mar y librarlos de tan mal augurio, pero solo asoma un tímido cuarto menguante. Desesperado intento aprovechar la escuálida pleamar para zafarme y librarlos del destino. Aleteo con todas mis fuerzas, intento girar mis seis toneladas de grasa y carne, resoplo, pero casi no consigo moverme. Compruebo, no obstante, que las mosca y las gaviotas han huido y dirijo mis ojos negros encendidos de culpa a la pareja, con la esperanza de que hayan huido también, pero los veo correr hacia mí, seguidos de una horda de jóvenes que, con arpón, piedras, estacas y cuchillos, se me acercan con los ojos encendidos de odio. 

sábado, 19 de noviembre de 2022

En el principio fue el caos

Adám y Eva, de Gustav Klimt

Dicen que del barro primigenio surgió Gea, quien engendró a Urano, gracias a la intervención de Eros, que ya andaba por ahí preparada para convertirse en la piedra angular que marcaría la evolución de los seres humanos y de todas las especies. Otros contradicen esa historia y cuentan que al principio era el verbo. Quizás ambos relatos estén hablando de lo mismo y Eros utilizó la palabra para organizar más tarde, con mi compañera Eva, esas relaciones que han creado el entramado de amores y odios, fidelidades y traiciones, felicidad y desgracia, que es el sustento y la razón de ser de la historia de la humanidad.

Podría haber sido distinto si yo no hubiera aceptado la manzana, que lo pensé, pero me dejé llevar y no hice nada porque ya estaba escrito el guion.

sábado, 5 de noviembre de 2022

La justa lucha del paladín

Sota de Espadas. Carta de la baraja española

Desde que un día de mala suerte el Rey de Bastos exiliara a la Reina de Copas, tras una mala jugada en que le hizo perder una partida de brisca, ella vive encerrada en un terrible castillo de naipes. La fortaleza tiene cuatro plantas, su alzado es triangular y está rodeada por un jardín de tréboles que le dan un falso aspecto amable. Pero todo es mentira, en la planta baja las picas frenan a curiosos e intrusos, y a ladrones atraídos por los diamantes del primero. En el siguiente nivel están las estancias donde se asientan los corazones indecisos, que descansan desorientados y  dominados por el influjo magnético del malvado Joker, ese ser deforme de risa cínica que tanto odia a la noble baraja española y que, desde la única estancia del último piso, controla el edificio y el verde prado que lo rodea y vigila a sus habitantes. 

Y aquí estoy yo, la valerosa Sota de Espadas, en la base de la construcción, empujando con mi tizona las frágiles paredes del edificio, para derrumbar la obra con el viento de mi ira y que los invasores bárbaros caigan bajo el peso eterno de la tradición.