Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 29 de julio de 2023

En la estación


Ayer murió tu abuelo. Cuando la muerte le robó a su mujer después de tantos años de viaje juntos, y comprobar que no había nada más, que ningún juez iba a premiarlo o castigarlo, se sentó en un banco del andén confiado en que llegaría la puesta de sol mientras ella lo esperaba y tú seguías tu camino.

sábado, 22 de julio de 2023

Gestos


Lo hallaron balanceándose en la soga que colgaba del ecuador. Según la inclinación de la tierra y la hora, su vaivén seguía las agujas del reloj, o lo hacía en sentido contrario, como los desagües de los lavabos en territorio austral o boreal.  En derredor, sus familiares lo miraban compungidos, con una oscilante negativa —derecha izquierda o izquierda derecha—, siguiendo el recorrido del cuerpo inerte, al que acompañaban en esa negación rítmica, matemática.

Solo el hijo del suicida, situado justo en esa línea e imaginaria que delimita el norte del sur y separa ajena los hemisferios, seguía con la mirada —arriba abajo, abajo arriba— el balanceo. 

Una leve y prácticamente inapreciable mueca del difunto consoló el dolor del niño, que partió con su consentimiento en busca de las coletas rubias y los tímidos besos de sus sueños. 

sábado, 15 de julio de 2023

Migración


En un tiempo lejano, muchos valientes habitantes del tercer mundo, empujados por el hambre y la necesidad de supervivencia, se mutaron a peces ante le indiferencia e incluso la satisfacción de la población. 

Los llamaron los pezombres, y los fines de semana iban a buscarlos entre los juncos, donde los alimentaban de despojos, y se los enseñaban a los niños, que disfrutaban echándoles de comer.

Pasado el tiempo, la gente perdió el interés y los pezombres comenzaron a pasar hambre y subieron en masa a tierra a buscar comida. Los hombres, alarmados ante la avalancha, gritaban  «nuestra civilización de resquebraja, está en peligro» y, ante lo que consideraron una invasión, los persiguieron con ahínco y ensañamiento, pero ellos supieron defenderse y seguir luchando por su supervivencia, y tantos eran y tan voraces, que acabaron con todo lo comestible.

El último humano que sobrevivió a la hambruna generada por la invasión y sus luchas intestinas grabó en una roca «reparte tu pan, no tu hambre», y un pezombre replicó debajo  «la maldad, más temprano que tarde, tendrá replica».

sábado, 8 de julio de 2023

Noches de fiesta


En el centro del desierto, equidistante de los cuatro puntos cardinales, se organizan cada sábado botellonas, a pesar de que está prohibido y la policía puede multarlos. Son bastante aburridas, porque no dispensan alcohol, pero con agua, dátiles y poco más se conforman los asistentes. Los vendedores de esos productos y de mantas para combatir el intenso frío de la noche se están haciendo ricos a costa de los jóvenes, que cada vez acuden con mayor entusiasmo.

Tal como está la situación, todos se tienen que refugiar alrededor de una fogata, sin comer ni beber; y allí, en silencio, coinciden en que el amanecer allí es precioso.

viernes, 7 de julio de 2023

Corazón, corazón


Atravesabas cansada el puente camino del trabajo con tu maletín y la mirada perdida, y te parabas a echarle unas monedas a una saxofonista, joven y descarada, que marcaba cada día tu forma caminar y tus sueños con el ritmo de la música, hasta que una mañana faltó y tiraste al río las monedas que tenías preparadas para ella. Te pareció que al chocar con el agua te devolvieron un eco con las primeras notas del vals corazón corazón, que siempre tocaba ella a tu paso. 

Pasado el tiempo, volviste a oír en el puente las notas de corazón corazón que interpretaba una joven violinista. Te asomaste al río y te viste reflejada en el agua, joven y descarada y al lado, muy desdibujada, la imagen de una mujer que, aislada en sus pensamientos, iba cansada al trabajo con su maletín y la mirada perdida, quizás en otro tiempo.