Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 15 de julio de 2023

Migración


En un tiempo lejano, muchos valientes habitantes del tercer mundo, empujados por el hambre y la necesidad de supervivencia, se mutaron a peces ante le indiferencia e incluso la satisfacción de la población. 

Los llamaron los pezombres, y los fines de semana iban a buscarlos entre los juncos, donde los alimentaban de despojos, y se los enseñaban a los niños, que disfrutaban echándoles de comer.

Pasado el tiempo, la gente perdió el interés y los pezombres comenzaron a pasar hambre y subieron en masa a tierra a buscar comida. Los hombres, alarmados ante la avalancha, gritaban  «nuestra civilización de resquebraja, está en peligro» y, ante lo que consideraron una invasión, los persiguieron con ahínco y ensañamiento, pero ellos supieron defenderse y seguir luchando por su supervivencia, y tantos eran y tan voraces, que acabaron con todo lo comestible.

El último humano que sobrevivió a la hambruna generada por la invasión y sus luchas intestinas grabó en una roca «reparte tu pan, no tu hambre», y un pezombre replicó debajo  «la maldad, más temprano que tarde, tendrá replica».

2 comentarios:

  1. El problema es que en demasiadas ocasiones la maldad tiene recompensas a corto y medio plazo.
    Poco importa lo que ocurra con las generaciones venideras. ¡Total, ya no estaremos aquí!

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    1. Ana Belén, en su canción "Yo también nací en el 53" nos dice a final del siglo XX, después de hablar de sus sueños:

      No me pesa lo vivido
      Me mata la estupidez
      De enterrar un fin de siglo
      Distinto del que soñé

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