Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 28 de abril de 2017

La gran oportunidad

Die Philharmoniker, de Max Oppenheimer
Su afición por el vino lo había convertido en un indigente. Solo conservaba un viejo violín con el que cada día tocaba su sonata número uno —Martina— que había compuesto años atrás.
Se despertaba cada mañana con Radio Clásica para escuchar el programa "Sinfonía de la mañana", en el que contaban la vida y anécdotas de compositores de todos los tiempos.
Un día notó que el presentador, en vez de hablar en tercera persona, se dirigía a él de forma imperiosa: “Llevas años tocando tu sonata, ya es hora de que se conozca, te espero en media hora en la emisora”.
No lo dudó, se levantó, se vistió y salió corriendo, mientras sus compañeros del albergue se reían de él y escondían el casete en que habían grabado el mensaje.
Al llegar a la emisora, fue tal su insistencia que consiguió entrar y que le permitieran interpretar su sonata. El director le programa quedó tan impresionado que le prometió que, de forma excepcional, la utilizaría como sintonía del próximo programa.

Al día siguiente, a las ocho en punto, mientras sus amigos del albergue escuchaban la radio asombrados, él dormía con una sonrisa y un lento movimiento de su mano derecha. 

viernes, 21 de abril de 2017

Perro potencialmente peligroso

Pelea de perros, de George Bellows
Siempre al lado de su dueño, Tuno dormía junto a él en los cajeros o en los parques, lo seguía en la rebusca en los contenedores y lo defendía cuando se peleaba por un pedazo de pan, una colilla o una botella de vino.
Cuando murió el vagabundo, Tuno se quedó junto al banco en que apareció muerto, hasta que se lo llevaron para cebo en pelea de perros.
Lo alimentaron y, al ver su instinto, decidieron adiestrarlo para la lucha. Lo convirtieron en un animal agresivo, pero fuera de los entrenamientos permanecía triste y apático en su jaula.

Por fin llegó el día de su primera pelea a muerte y lo enfrenaron a otro perro mucho más débil para comprobar así su capacidad. Tuno no se lo pensó dos veces, se dejó ganar.

viernes, 14 de abril de 2017

Misa de Requiem

Requiem, de Ignacio Trelis

I. INTROITUS

1. Requiem aeternam

Que la luz perpetua los ilumine,
en su caminar a la esperanza
Sea útil su esfuerzo y su sacrificio
Escucha Madre Tierra nuestras alabanzas
Escucha mi plegaria, Señor de la Bondad.
Hacia aquí vienen los mortales que quieren vivir.
Dales fuerza y que brille para ellos la luz.

II. KYRIE

1. Kyrie eleison

Ten piedad.
Madre del Cielo y el Mar.
Ten piedad de los desesperados.

III. GRADUALE

1. Requiem aeternam

Otórgales el descanso tras su viaje,
Son justos,  permanecerán en nuestro corazón,
no traerán falsedades.
Nos devolverá la alegría.

IV. TRACTUS

1. Absolve, Domine.

Absuelve, Tierra Prometida de la Comprensión
A las almas de los fieles peregrinos,
Sus pecados de las ataduras del hambre,
y que socorridos por tu gracia
puedan disfrutar de la bendición lejos de las guerras y la persecución.

V. SEQUENTIA

1. Dies irae

El Día de la Ira temo que llegue. Aquel día
en que los siglos nos reduzcan a cenizas;
como testigos del olvido y desprecio.
¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el poderoso levante el muro
y nos juzgue
y cuando al débil lo derrumbe
y juzgue la afrenta!

2. Tuba mirum

La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos,
por los desiertos y los mares
llamará a todos ante el trono de la justicia.
La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
cuando las criaturas se levanten otra vez,
para responder a su Juez.
El libro escrito entonces será traído al frente,
por lo que el mundo será juzgado.
Entonces, cuando el Juez tome asiento,
lo que estaba oculto se mostrará:
y nada quedará pendiente.
¿Qué podrán decir entonces los pobres desdichados?
Y los poderosos
¿A qué protector podrán rogar,
cuando los justos estén seguros?

3. Rex tremendae

Madre Tierra de Tremenda Majestad,
que salvas a quién salvación merece,
sálvalos, por piedad.

4. Recordare

Recuerda, Piadoso Señor de la Dignidad,
que son la causa de tu existencia;
Búscalos y redímelos,
cansados y agotados
Tanto trabajo no sea en vano.
Justo juez de la retribución,
otorga la gracia de su victoria,
al pisar la Tierra Prometida, la Tierra Escamoteada.

5. Ingemisco

Haz que nos lleguen sus suspiros,
por lo que no tienen
por abandonar su tierra,
de dejar su gente.
Te supliqué que no se perdieran en el mar embravecido
o bajo el sol abrasador.
Que les dieras un sitio entre los tuyos, entre nosotros
a tu diestra, bajo un techo. A nuestra diestra, bajo nuestro techo

6. Confutatis

Pero los desesperados son condenados,
sentenciados a las flamas del dolor.
De rodillas, en súplica, te rogué,
con el corazón contrito, casi hecho cenizas,
que cuidaras de ellos, de cada uno de ellos.

7. Lacrimosa

Lamentable aquel día,
cuando se transformaron en cenizas
sin ser juzgados.
No hubo compasión para ellos.

VI. OFFERTORIUM

1. Domine Iesu Christe

Señor, Rey Glorioso, Soberano Justo. Señora del Mar, del Cielo, de la Tierra.
Libera ahora sus almas
ya que no los librastes de las llamas del desierto,
del profundo abismo de la incompresión.
de la boca del esclavista, del tratante, del explotador.
Que el abismo horrible no los engulla
ni sean encadenados en oscuridad,
ni olvidados en la justificación.

2. Hostias

Plegarias, Señor de la Caridad, ofreceremos en su honor.
Señor de las Fronteras, Destruye los muros.
Madre del Sosiego, deja el mar en calma.
Padre Justo de la Sed, sé lluvia en los desiertos.
Madre de la Piedad, pon rostro a los refugiados,
Padre de la Tierra Prometida, amparara a los justos, a los que huyen, a los que esperan.
Madre de la Tierra Prometida, amparara a los justos, a los que huyen, a los que esperan.
Martillo de la Venganza. No olvides a los que ofenden, no perdones las afrentas.

VII. SANCTUS

1. Sanctus

Señor, Rey Glorioso, Soberano Justo. Señora del Mar, del Cielo, de la Tierra.
Debían haber sido sus logros, no su sacrificio, tu gloria.

VIII. BENEDICTUS

1. Benedictus

Esperábamos su bien y nuestra alegría.
¿Por qué tu silencio?
¿Para qué su sacrificio?
Bendito sea el hombre.
Bendita sea la mujer.
Bendito el niño que se fue sin haber llegado, sin haber entendido,
con su mirada inmensa tu conciencia,
en nuestra conciencia.

IX. AGNUS DEI

1. Agnus Dei  

Estás ahí y lo has permitido.
Dales al menos reposo.
Dales reposo eterno.
No espero tu paz.
No esperes mi perdón.

X. COMMUNIO

1. Lux aeterna

Que la luz eterna brille para ellos,
porque eran buenos.
Dadles el reposo eterno, Señor, Madre Tierra.
y que sean ejemplo.
como tantos otros valientes y misericordiosos,
para que sí pueden, alcancen la gloria,
su gloria.
.
XI. RESPONSORIUM

1. Libera me

No me liberes del recuerdo, de la muerte eterna aquel terrible día.
Y cuando los cielos y la tierra tiemblen,
cuando vengas a juzgar al mundo con fuego.
Aquí estaré, hecha para luchas el día que llegue a la próxima ira.
Cuando los cielos y la tierra tiemblen.
Ese día, ese día de furia, de calamidad y miseria, ahí estaré yo,
para pedirte explicaciones y hacer que la luz brille en ellos.

XII. ANTIPHONA

1. In paradisum

El paraíso soñado era la tierra,
más allá del mar de las miserias
de los monstruos del hambre,
del llanto de la guerra, sin mártires.
¿Dónde estaban los ángeles que los acompañarían,
que los recibirían, que los ampararían?

XIII. AMEN

1.  Dies Irae

Piadoso Señor del Silencio, del Imposible.
Madre Tierra, Cielo y Mar, Señora del Abandono.

Tengan descanso eterno.

viernes, 7 de abril de 2017

La mujer de negro

Abriendo la guadaña, de Kathe Kollwitz
Dormitaba en el destartalado sillón con un cigarro que se consumía entre los labios y una copa vacía en la mano, cuando la vio junto a la chimenea.

—Llevo años observándote, desde el mismo día de tu nacimiento —le dijo sin más preámbulos.
—Los mismos que yo te estoy rehuyendo —contestó.
—¿Me esperabas entonces?
—Sí, pero no imaginaba que te aparecieras antes de hacer tu trabajo.
—Siempre lo hago, aunque me llaman de distintas formas: cáncer, navaja, venganza, infortunio o, como ahora, aparición.
—No conozco a nadie que te haya visto, yo creo que solo eres un mal sueño.

También me llaman así a veces —pensó la muerte mientras le apretaba el pecho.

sábado, 1 de abril de 2017

A MIGUEL HERNÁNDEZ 
(En el septuagésimo quinto aniversario de su muerte)  

La incertidumbre del poeta, de Giorgio de Chirico

Perdiste la libertad por besar la mejilla de tu presente y al vientre tierno y dócil de tu futuro. De cárcel en cárcel caíste bajo las garras impías de aves rapaces que te esperaban escondidas entre los árboles de tus sueño.

Escribiste desgarros entre paredes y rejas de odio, queriendo mantener alto el telón de tus párpados mientras de tu pecho, profundamente herido, manaban borbotones de sangre y muerte. Tu cuerpo, dolido y tu mente pisoteada por cien jinetes que galopaban sobre tus sienes, cantaba:

            Cierra la puerta
echa la aldaba carcelero
ata duro a ese hombre,
no le atarás el alma

Voló tu alma, libre de cadenas y fosas, de lobos y sombras, por encima del toro, del caballo y del hombre.

Tu sangre, roja, violentamente roja, dejó la tierra manchada de mentiras y silencios, se derramó en la maleta de Antonio, se hizo un torrente bajo el cielo alimonado de la ausencia de Federico y fue palabra en oídos de un futuro desalentado y cebolla en tus ojos que nunca se cerraron.

Tu canto fue su propia elegía. Tu tierra —monte, pueblo, gente, sangre y odio, ríos de sangre y odio, muerte, fosa común, España— fue tu tumba.

Rescatado entre  papeles olvidados:
Homenaje a Miguel Hernández en el cuarenta aniversario de su muerte.

28 de marzo de 1982.