Pelea de perros, de George Bellows
|
Siempre al lado de su dueño, Tuno dormía junto a él en los
cajeros o en los parques, lo seguía en la rebusca en los contenedores y lo
defendía cuando se peleaba por un pedazo de pan, una colilla o una botella de
vino.
Cuando murió el vagabundo, Tuno se quedó junto al banco en
que apareció muerto, hasta que se lo llevaron para cebo en pelea de perros.
Lo alimentaron y, al ver su instinto, decidieron adiestrarlo
para la lucha. Lo convirtieron en un animal agresivo, pero fuera de los
entrenamientos permanecía triste y apático en su jaula.
Por fin llegó el día de su primera pelea a muerte y lo
enfrenaron a otro perro mucho más débil para comprobar así su capacidad. Tuno
no se lo pensó dos veces, se dejó ganar.
La fidelidad hasta la últimas consecuencias. No fue capaz de vivir solo (o libre)
ResponderEliminarTenemos mucho que aprender (O no?)
Eliminar