Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 7 de abril de 2017

La mujer de negro

Abriendo la guadaña, de Kathe Kollwitz
Dormitaba en el destartalado sillón con un cigarro que se consumía entre los labios y una copa vacía en la mano, cuando la vio junto a la chimenea.

—Llevo años observándote, desde el mismo día de tu nacimiento —le dijo sin más preámbulos.
—Los mismos que yo te estoy rehuyendo —contestó.
—¿Me esperabas entonces?
—Sí, pero no imaginaba que te aparecieras antes de hacer tu trabajo.
—Siempre lo hago, aunque me llaman de distintas formas: cáncer, navaja, venganza, infortunio o, como ahora, aparición.
—No conozco a nadie que te haya visto, yo creo que solo eres un mal sueño.

También me llaman así a veces —pensó la muerte mientras le apretaba el pecho.

3 comentarios:

  1. aparece siempre, a veces, como hoy, en forma de camión en EStocolmo

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  2. Tenemos que convivir con ella, asumir su existencia, comprenderla y esperarla, evitando que interfiera en nuestra vida, pero sin olvidarla.

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