Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 29 de octubre de 2022

Solo para mayores

Mickey y Minnie. Comic. Walt Disney

Llevaba semanas preparando esa noche. Habíamos vivido muchas aventuras juntos y compartido momentos felices y otros de angustia y de miedo, siempre apoyándonos, siempre cómplices, pero jamás habíamos disfrutado de un momento de intimidad a pesar de mi ya no disimulado amor que, creo, era compartido. Cuando llegué a su casa encontré la puerta abierta y, al fondo, su silueta achaparradita y contundente que el contraluz dejaba ver. Sus braguitas rojas de lunares me embelesaron. Ella me guiñó pícara y provocadora. La desnudé, la olí, nos besamos, nos acariciamos y jugueteamos con nuestros largos bigotes. Sus doce pezones me miraban y los pelos de mi lomo se erizaron al tiempo que su gemido —corto, agudo, sincero— musicaba los tres segundos más placenteros de mi existencia. Te quiero, Minnie, le dije, antes de que cayera sobre nosotros un inmenso sello rojo que rezaba «CENSURED».

sábado, 22 de octubre de 2022

El amigo más fiel

Fidelidad, de Briton Riviere

Tuno siempre acompañaba a su dueño, un viejo limosnero, dormía junto a él en los cajeros, en los parques o o en su chabola, lo seguía en la rebusca en los contenedores y lo defendía cuando se peleaba por un pedazo de pan, una colilla o una botella de vino, con la fiereza propia de un Pitbull bien adiestrado.

Cuando murió el vagabundo, el pobre animal se quedó tumbado, en una espera inútil, junto al banco en que apareció muerto su dueño, hasta que un día se lo llevaron para adiestrarlo para peleas de perros. Lo convirtieron en un animal agresivo, pero fuera de los entrenamientos permanecía triste y apático en su jaula.

Por fin llegó el día de su primera pelea a muerte y lo enfrenaron a otro perro mucho más débil para comprobar así su capacidad real. Tuno no se lo pensó dos veces y se dejó ganar.

viernes, 21 de octubre de 2022

Todo preparado

El violoncelista, de Paul Gauguin

Miraba desde el centro del escenario al patio de butacas. El silencio era absoluto, absorbente, y trasmitía una paz que, junto a la tenue iluminación del teatro, le hacían sentirse incorpóreo, como si estuviera flotando en un espacio inexistente.

    Sin más preámbulos, tras respirar profundamente y con los ojos cerrados, acometió con decisión las primeras notas de la segunda suite para violoncelo solo de Bach. 

    De pronto, un ruido en la puerta de la sala lo alarmó y le obligó a dejar de tocar. El concierto es a las ocho —pensó sin dejar de mover los dedos y recrear mentalmente cada nota— y en poco tiempo llegarán los miembros de la orquesta. Se levantó de la silla, miró el cubo que tenía entre las piernas, alzó la fregona que sujetaba con dulzura sobre el hombro, y retornó a su realidad para que el escenario estuviera limpio y preparado antes de la entrada de los músicos para el ensayo.

sábado, 8 de octubre de 2022

Mentiras

La mies, de Alexander Bubnoy

Tenías hambre.

    -La mies es mucha, pero los obreros pocos —dijo el patrón.

    -El jornal no llega a cubrir nuestras mínimas necesidades.

    -No solo de pan vive el hombre.

    -Estoy extenuado.

    -Ora al Señor de la mies para que envíe prosperidad.

    -Nuestras familias han tenido que emigrar —replicaste con un tímido gesto de ira que ensombreció tu rostro.

    -Busca quien te ayude. Deja que los niños se acerquen a mí —dijo Jesús—, suyo es el Reino de los Cielos, y yo les ayudaré a alcanzar el futuro.

    -Tenemos hambre. Mi hija tiene que comer ahora en este reino.


Y tu hija tenía hambre.

    -No puedo más.

    -Si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a ese monte «Pásate de aquí para allá, y se pasaría, y nada sería imposible».

    -Tenemos hambre.


Y el patrón tuvo hambre

    -Mándame a tu hija, que le dé de comer.

miércoles, 5 de octubre de 2022

Escape

El hombre invisible, de Christopher Quirós

Harto de miserias, consciente de desperdiciar y buscar tu mañana en el ayer, te acurrucaste bajo los cartones que utilizas para taparte en el cajero automático, con la esperanza de que tus sueños te levarían a un mundo más feliz. Al cerrar los ojos viste pasar a un unicornio azul y, por fin, pudiste respirar.