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La mies, de Alexander Bubnoy |
Tenías hambre.
-La mies es mucha, pero los obreros pocos —dijo el patrón.
-El jornal no llega a cubrir nuestras mínimas necesidades.
-No solo de pan vive el hombre.
-Estoy extenuado.
-Ora al Señor de la mies para que envíe prosperidad.
-Nuestras familias han tenido que emigrar —replicaste con un tímido gesto de ira que ensombreció tu rostro.
-Busca quien te ayude. Deja que los niños se acerquen a mí —dijo Jesús—, suyo es el Reino de los Cielos, y yo les ayudaré a alcanzar el futuro.
-Tenemos hambre. Mi hija tiene que comer ahora en este reino.
Y tu hija tenía hambre.
-No puedo más.
-Si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a ese monte «Pásate de aquí para allá, y se pasaría, y nada sería imposible».
-Tenemos hambre.
Y el patrón tuvo hambre
-Mándame a tu hija, que le dé de comer.
En nuestra tierra entre refranes y plegarias se arreglan todas las cosas y al final siempre ganan los mismos y no son los más necesitados. Ainss
ResponderEliminarQuien más tiene, más quiere, y el poder no necesita justificación. Es más, el poder conlleva una capacidad de autojustificación y complacencia infinita.
EliminarNo he podido evitar un estremecimiento al final.
ResponderEliminarMe pilla muy cerca.