Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 27 de noviembre de 2015

La debilidad del tirano.

El ejército no pudo abortar el levantamiento, y los rebeldes, hartos de la crueldad y los abusos de tantos años de opresión, asaltaron el palacio. Durante el saqueo el dictador se escondió, junto a algunos allegados, en una estancia secreta, en la que esperaba estar seguro hasta que acabara la revuelta.

Cuando vio que habían destrozado su colección de muñecos de Disney,  Kim Jong-un fue incapaz de contenerse, y por primera vez lo vieron llorar.

Kim Jong-un, de Saint Hoax

Saboteadores

Alguien se fijó en mí y creó un símbolo. Desde entonces procuro ir andando, en el aire soy blanco fácil para los francotiradores.

Paloma de la paz, de Pablo Picasso.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Una noche oscura en una carretera solitaria

"El coche se vino hacia mí. No frenó hasta que el choque con el camión fue inevitable. Salió despedido y tras dar varias vueltas, terminó en la cuneta. Al acercarme a socorrerlo ya estaba muerto".

Mientras el camionero explicaba como fue el accidente, el agente examinaba el interior del vehículo y pudo ver un móvil encendido con una conversación abierta ‒en el wasap:

‒¡Cuidado!
‒¿Quién eres?
‒La chica de la curva.

‒¿De qué tengo que tener cui…

Noche, de Guillermo Sedano

El alfarero

I

El alfarero había terminado de hacer la vasija de barro, miró y remiró la forma, la proporción, el acabado y los dibujos que la adornaban, y se sintió orgulloso.
Con mucho cuidado, la puso en el mostrador, junto a otras tantas. Después escribió en el libro de registros: “vasija nº 3.241: Perfecta”.
Descansó viendo su obra maestra.

II

El alfarero, como cada día, trabajaba desde temprano intentando terminar una nueva vasija. Lo hizo con la rutina de siempre y, acabada, se sentó a observarla. No le gustaba, quizá un asa algo más alta que otra, el dibujo no del todo simétrico, cierta desproporción en las formas. Acabado el trabajo, la cogió y la puso junto a las demás. Por la noche escribió en el libro de registros “vasija nº 3.412: Mal”.
Descansó insatisfecho.

III

Entró un cliente y tras escudriñar la tienda dijo al alfarero: “necesito una vasija”.
‒¿Cuál quiere usted? preguntó mientras le señalaba el mostrador.

‒Da igual, una cualquiera, contestó distraído el cliente.

El alfarero, de Susana Guaderrama

viernes, 13 de noviembre de 2015

Rutina.

En la playa, gotas de mar se secaban sobre la piel de ébano de unos cincuenta cuerpos inertes, una anciana dormitaba, algunos niños corrían y un matrimonio paseaba indiferente.

Al día siguiente, una anciana dormitaba, algunos niños corrían, un matrimonio paseaba indiferente y una campana lejana marcaba cansina las horas.

Día de verano en el sur de la playa de Skagen, de Peder Kroyer

Estrategia comercial.

Entregó su autobiografía al editor que, insatisfecho por el final de la obra, le asestó dos certeras puñaladas y arrojó su cuerpo a un descampado.

Meses después se publicó el libro, con un nuevo final y gran éxito de ventas.

La musa, de Guillaume Seignac

viernes, 6 de noviembre de 2015

Prevención

Micifuz se intentó escapar seis veces saltando desde la azotea.

La séptima vez prefirió hacerlo bajando sigiloso la escalera.

Desde mi ventana, de Marc Chagall

Conspiración

Entre las hojas de los árboles y alrededor de los riachuelos del bosque, disfrutaban cientos de criaturas. Una joven peinaba sus cabellos dorados mirándose en el lago, donde miles de ranas croaban esperando el momento de convertirse en príncipes; cuatros músicos venidos de Bremen competían con un flautista que hacía bailar a ratones, mendigos, damas y reyes; dos hermanos devoraban ansiosos su coqueta casa de chocolate; príncipes de todo el mundo besaban a campesinas, cenicientas y bellas durmientes, que reían ante las insinuaciones de sus reales altezas; y una niña vestida de rojo jugaba al coger con el lobo mientras tres cerditos cantaban, un gato de altas botas convencía a un patito de que no era tan feo y un niño de madera pescaba con la nariz.

Al atardecer apareció una vieja con una enorme verruga en la nariz y comenzó su faena: Las jóvenes se quedaron solas mientras los príncipes engrosaban la legión de ranas, el juego del lobo se convirtió en una cacería, el flautista se volvió loco raptando niños, la niña del pelo de oro se quedó encerrada en una torre, la casa de chocolate se convirtió en hoguera y tres haditas lloraban encerradas en una jaula.


Por la noche, en una posada, reunidos alrededor del fuego, con una bolsa llena de monedas de oro, Perrault, Saltem, Andersen y los hermanos Grimm esperaban a la vieja.

The Evil Queen, de Greg Guillermin