Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 27 de mayo de 2016

No habrá paz

El mar se abrió y todos quedaron paralizados al ver que un ejército de zombis surgía de entre las aguas. Miles de soldados fuertemente armados, a caballo o sobre veloces carros, guiados por el espectro de Ramses II, sembraban el terror y juraban venganza y destrucción para todos los descendientes de Moisés y sus aliados de las doce tribus de Israel.

Los israelitas cruzan el Mar Rojo, de Agnolo Bronzino

Malentendido

-¡No vuelva a decirle zote al niño!
-Tranquilícese y escuche, ha suspendido todo, se distrae y no atiende.
-Eso no le justifica.
-Le he dicho lo que es: un torpe, un ignorante.
-¡Ah, perdone! creía que lo había insultado.

Francisco Lezcano, el niño de Vallecas, de Diego Velázquez

viernes, 20 de mayo de 2016

Comida de estado

Al lado del Presidente estaba su mujer, que sentó junto a ella al apasionado Juez Decano, su mujer y el amante de ésta, que se acompañaba de su sobrina, querida consentida del Cardenal y del General que, en esta ocasión estaba con una modelo, que tonteaba con el Presidente, cerrando así el círculo.

La entrada de aquella explosiva joven, produjo una crisis política, judicial, eclesiástica y militar.

El Rey Bebe, de Jacol Jordaens.

La misión

    Sí, lo hice ¿Y qué?
    ¿No crees que debías haberlo pensado antes?

    Si lo pienso no lo habría hecho.
    ¿Y qué habría pasado?

    Pues que todo seguiría igual que antes.
    Bueno, en realidad nada ha cambiado, salvo tú.

Tres figuras, un pensamiento, de Luis A. Cortés.

viernes, 13 de mayo de 2016

Pluriempleo

Hoy vas a tener trabajo, le dijo el francotirador al sepulturero, que acababa de llegar a la ciudad situada tras terminar su jornada de trabajo a las órdenes del ejército invasor.

Sumpul, de Carlos Cañas

Nº 14465. mujer desconocida. mayo 1964

Juana tenía setenta años cuando se aisló en su mundo interior. No tenía familia ni amigos, ni interés en buscarlos, y su única satisfacción era dar largos paseos por el campo. Llegó el momento en que ya no se relacionaba con nadie, salvo para satisfacer sus escasas necesidades, entre las que estaba dejarlo todo preparado para cuando muriera, por lo que había comprado un nicho y contratado a su único amigo, para que lo cuidara “para cuando ella faltara”.

Un fatídico día, en una de sus solitarias escapadas, tropezó y cayó golpeándose en la  cabeza y falleciendo en el acto. Cuando la encontraron, su estado de descomposición no permitió identificarla, y al no haber ningún aviso de desaparición ni nadie que la reclamara, la enterraron en una fosa común.


El nicho continuó vació, limpio y con flores, mientras Juana descansaba en compañía de otros muchos solitarios, identificada con una fecha, un número y el epígrafe “mujer desconocida”. La noticia de su desaparición y posible fallecimiento llegó a su amigo, que se fue, dejando escrito en la lápida del nicho vacío: "Aquí yace la soledad eterna".

La mujer muerta, de Pablo Picasso.

viernes, 6 de mayo de 2016

Epílogo

La bolsa contenía nuestros recuerdos, solo faltábamos nosotros para completarla.

Empaquetados para viajar, de Cristóbal Toral.

Falsas apariencias

Al ver que el espantapájaros caminaba hacia él, huyó de  aquel solitario lugar, ante la mirada inexpresiva de ese hombre que, sucio y desarrapado, recién llegado a la tierra prometida, sólo pedía un poco de pan.

El espantapájaros, de Maruja Mallo