Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 22 de febrero de 2019

Mi mirada (Serie mis cuadros - 6)

Plaza de la Leña

Varios jóvenes descansan en los soportales y toman unos chatos en la cantina cercana. Bajo la sombra de la casa de la derecha, un toro cambia impresiones con el torero que lo retará esa misma tarde. Enfrente, en las ventanas de un sobrio edificio blasonado, los reyes de bastos, oros y copas, debaten sobre el futuro del país. Alrededor del cruceiro corretean perros, gatos, ratones, una mula y un avestruz. Por último, molestando a los escasos transeúntes, el Capitán Trueno persigue a la sinuosa Jessica Rabbit y un fauno corre tras su ninfa favorita.
En la esquina de la izquierda estoy yo, con mi cuaderno y un lápiz. El silencio quedo de la plaza vacía, cuando el sol cae desde lo alto quemando hasta a las sombras, deja un gran hueco a la imaginación.

viernes, 15 de febrero de 2019

Camino (Serie mis cuadros - 5)

Puente de Hierro

La pasarela levantada al oriente reflejaba la luz clara de la alborada, y la occidental, la que refulgía los destellos rojos, amarillos y dorados del atardecer. Por debajo del puente, el río recogía los colores, sobre los que navegaba un velero, corriente abajo, hacia su destino.
Cuando bajaron las plataformas, el resplandor del alba, el fulgor del ocaso y el centelleo del agua desaparecieron. El balandro nunca volvió.

viernes, 8 de febrero de 2019

Veintidós siglos de Historia (Serie mis cuadros - 4)

Ibiza

Las angostas calles de Dalt Vila permanecían vacías mientras, en el exterior de la muralla, el ejército cartaginés, las milicias romanas, las tropas borbónicas, las turbas fascistas y las hordas turísticas, asediaban la ciudad apostadas en cada una de sus cinco puertas.
En la torre de la Catedral, los nativos de la localidad, preparaban sus armas con la seguridad de que els familiars  los protegerían. Llegado el momento los liberaron de sus botellas y el cielo se llenó de pequeños duendecillos que con sus travesuras hicieron huir a las beligerantes huestes exteriores. Solo quedaron, agazapados entre las piedras, unas decenas de curiosos turistas que, en poco tiempo, congeniaron con los nativos, volvieron a meter a los duendecillos en sus botellas y, con el dinero que consiguieron con su venta, se establecieron en hoteles, bares y tiendas de souvenirs, y entreabrieron las puertas de la muralla.

viernes, 1 de febrero de 2019

Rodajas (Serie mis cuadros - 3)

Leños

La empresa se dedicaba a empaquetar y distribuir los más diversos productos, por piezas o al corte, habiéndose especializado en finas tajaduras de los más diversos materiales. Así, sus ventas más celebradas eran los discos de madera rebanada muy utilizados para banquetas y mesitas, los tentáculos laminados de pulpo y embutidos, los cordones seccionados en diversos tamaños, y las finas amputaciones podadas de los más diversos miembros, siendo los más celebrados los cortes de dedos, por su gran utilidad y fácil manejo, de gran aceptación por escritores y pintores incapaces, y con ansias de progresar.
En una situación desesperada, el veterano y polifacético artista, protagonista de esta historia,  vendió sus dedos a la compañía, primero el meñique y anular de la mano izquierda, más tarde el corazón y finalmente el índice y pulgar, de los que se desprendió, por estar más y tener mejor venta, en pequeñas lonchas, empezando por los pulpejos y terminando en la misma raíz. Días más tarde, cuando la necesidad se lo pidió, repitió la operación con la mano derecha.
Hoy, son otros los que escriben sus versos y pintan sus sueños.