Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 30 de agosto de 2019

Peregrino (Serie mis cuadros - 33)

Camino del Rocío

Cuando terminó de hacer el camino, se sentó en un banco al final de la aldea y allí, entre flamencos y garzas, mirando las tranquilas aguas de la marisma, comentó con sus ancianos padres y con sus abuelos la jornada, mientras el sol descansaba en la alfombra roja de poniente.

El banco crece con el paso de los años, y mengua con el olvido.

viernes, 23 de agosto de 2019

Orto y ocaso (Serie mis cuadros - 32)


Decidido a poner orden en este mundo caótico, se le ocurrió primero hacer un balance global. Para ello fue poniendo en fila india cada uno de los elementos hasta ahora dispersos por todo el globo terráqueo.
Comenzó por los más pequeños, los insectos. Continuó de menor a menor con flores, plantas y árboles; luego organizó los animales a los que dividió según especie,  tamaño y sexo, dejando el final para hombres y mujeres.



Para terminar, alineó casas, palacios, iglesias y rascacielos. Con ello dio la vuelta al mundo hasta en doce ocasiones, y por fin consiguió tener todo organizado, catalogado y accesible.
El problema fue que, sin darse cuenta, le dio un ligero golpe al primero de la fila que cayó sobre el segundo, éste sobre el tercero, y así sucesivamente hasta el  Fin de los Tiempos.


viernes, 16 de agosto de 2019

Recordándote (Serie mis cuadros - 31)



Vi jardines secos y mares floridos.
Vi girasoles mirando los cuatro puntos cardinales.
Vi puentes sin río y ríos sin puente.
Vi partituras vacías y trompetas mudas.
Vi falsas verdades y verdades falsas.
Vi tu orden en mi caos.
Vi mi caos en tu orden.

Y cerré los ojos.

viernes, 9 de agosto de 2019

Con tres heridas viene, o de la torre albarrana al triunfo (Serie mis cuadros - 30)

Torre del Oro. Sevilla
Giralda. Sevilla

Llegó a los pies de la torre y esa portentosa construcción, la luz, y el aroma del río, de los naranjos y de su propia respiración le invitaron a plasmar su historia. Fue al jardín cercano para escribir entre los frondosos plátanos de indias y casuarinas, y la brisa y roca del poeta, que le trajo tres heridas: la del amor, la de la vida y la de la muerte.
En la encrucijada, sin saber qué camino seguir y que reto abordar, fueron la diosa, los niños y la historia los que le indicaron el camino: Al sol poniente el futuro inexplorado, al  agua corriente el presente inhóspito y al alma sedente el pasado oscuro.
Ajeno a la ruta del ocaso o de la muerte, y del hoy o del amor, se dirigió a la avenida del pasado ―o de la vida―, en busca del día gris y lluvioso, perdido en su memoria, al que se enfrentó entre fantasmas y mitos.
No recordaba nada, salvo por las lejanas voces de sus padres. Supo que estuvo meses encerrado en un lugar oscuro y angosto, de paredes cálidas que rezumaban humedad, ajeno a lo que ocurría en derredor suyo; hasta que lo sacudieron unos extraños movimientos, se abrió una luz y una fuerza desconocida lo empujó al día. Dejó de oír los latidos cercanos y familiares, y sintió la cadencia de los suyos, hacia la vida, hacia el amor y hacia la muerte.
Su llanto inocente fue recibido con algarabía.

Una fantasía sobre Miguel Hernández paseando por Sevilla desde los Jardines del Cristina

viernes, 2 de agosto de 2019

El camino (Serie mis cuadros - 29)

Portón

Desde pequeño me llamó la atención una puerta de un vibrante color azul con apliques de hierro forjado y, en el momento en que mi altura me lo permitió, la abrí y traspasé. Al otro lado había una habitación espaciosa totalmente vacía, y en la pared de enfrente una puerta similar a la anterior, que también atravesé. La nueva sala era igual que la otra, también vacía y con una nueva puerta al fondo. Sentí un poco de miedo e intenté volver atrás, pero el paso se había cerrado y opté por abrir la siguiente.
Así seguí franqueando decenas de puertas, todas de colores y con sus apliques más o menos gastados, continué atravesando habitaciones vacías, impulsado por la necesidad de saber lo que encontraría detrás.
Llegué por fin a un salón más espacioso y muy iluminado, en el que no había salida. Miré hacia atrás en busca de una alternativa y encontré todas las puertas abiertas y, tras ellas, todas estancias llenas de objetos, libros, paisajes y personas.