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Camino del Rocío |
Cuando
terminó de hacer el camino, se sentó en un banco al final de la aldea y allí,
entre flamencos y garzas, mirando las tranquilas aguas de la marisma, comentó con sus ancianos padres y con sus abuelos la jornada, mientras el sol descansaba en la alfombra roja de
poniente.
El banco crece con el paso de los años, y mengua con el olvido.
No mengua, sigue allí dando servicio a otros pies cansados.
ResponderEliminarJosé Carlos.
El banco sigue ahí, entre flamencos y garzas, el uso que le demos, depende de cada uno.
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