Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

jueves, 31 de marzo de 2022

Cumpleaños

 Otro año más. El tiempo pasa de forma inexorable, casi sin que nos demos cuenta.


Cuando decidí comerme la moneda de chocolate que guardaba desde niño, al retirar la fina lámina dorada que la cubría, observé atónito que el monarca también había envejecido.


sábado, 26 de marzo de 2022

El pez y la luna

Caminando bajo la luna, de Joan Miró

El Pez Negro Abisal no solía abandonar las profundidades, hasta que una noche, motivado por un extraño impulso, subió a la superficie. El mar era tan negro como su origen, y la tierra una oscura silueta en el horizonte, ribeteada por la luz blanquecina emanada de una sonrisa celestial, alba como un sueño suspendido en la nada.

—Hola, sonrisa —dijo el pez esperando una respuesta amable.

—Buenas noches, desconocido y extraño ser.

—¿Cómo te llamas? ¿Hacia dónde vas?

—Sigo mi camino —contestó la luna.

—¿Puedo acompañarte?

—Al caer el sol, aquí estaré, cada ocaso.

El planeta, en su feliz cuarto menguante, sonrió, se despidió y continuó su camino sin percatarse de que, a partir de ese encuentro, cada noche, el pez la seguía cruzando océanos, estrechos y canales, hasta el poniente.

Hoy, la luna sonríe rodeada de estrellas que juguetean con las olas, y el Pez Negro Abisal, en la profunda sima, instruye a sus pequeñas luciérnagas sobre los beneficios de la perseverancia.

sábado, 12 de marzo de 2022

Encuentro

Sol en una habitación vacía, de Edward Hopper

Sus pensamientos se mimetizaban con el color marrón de los muebles del salón, del desvencijado sofá y de los marcos de la puerta y las ventanas. Solo un rayo de luz del atardecer que se colaba entre los visillos rompía el monocromo escenario de aquella tarde en que notó su presencia.

Se acercó a ella (y dejó que se acercara hasta tocarla) y la abrazó (y se dejó abrazar hasta envolverla).

Desde entonces nunca le abandonó la soledad.


Así es la vida

León Felipe, de Miguel Elías

La Seo estaba preparada para la inauguración de la nueva exposición. Bajo la cúpula, sobre un antiguo sillar, se había instalado un expositor de cristal iluminado por una potente luz cenital del óculo, en el que habían depositado una piedra ligera, pequeña. Alrededor se arremolinaban los asistentes al evento. ―Este guijarro humilde se ha encontrado bajo el altar de nuestra catedral, junto a una tablilla que asegura que justo en ese lugar se comenzó la construcción del templo en los albores del siglo XIII ―explicaba emocionado el comisario de la exposición. Una tremenda tormenta interrumpió la disertación, se anticipó a un temblor de tierra, e hizo huir al grupo. Se desprendieron cornisas, imágenes y pináculos, cayeron lascas de algunos capiteles, y una gran grieta en el ábside hizo pensar en lo peor. La iglesia quedó vacía y en silencio; la hendidura fue creciendo lentamente, destruyó el altar y se extendió por el suelo hasta llegar al sillar, que se hundió en una profunda sima. Desde el techo, por el presbiterio, comenzó a correr el agua que arrastró al pequeño canto rodado hasta sacarlo de la iglesia, arrastrarlo por las veredas, por los caminos, el campo y devolverlo al río, y allí, centelleando bajo la lluvia, espera iniciar su destino verdadero.
A León Felipe