Sol en una habitación vacía, de Edward Hopper |
Sus pensamientos se mimetizaban con el color marrón de los muebles del salón, del desvencijado sofá y de los marcos de la puerta y las ventanas. Solo un rayo de luz del atardecer que se colaba entre los visillos rompía el monocromo escenario de aquella tarde en que notó su presencia.
Se
acercó a ella (y dejó que se acercara hasta tocarla) y la abrazó (y se dejó
abrazar hasta envolverla).
Desde
entonces nunca le abandonó la soledad.
La soledad es más fiel [y más triste (o no)] que una compañía no deseada.
ResponderEliminarNo hay mayor amigo que la soledad buscada, ni mayor ene.igo que la soledad que te busca.
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