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Leños |
La empresa se dedicaba a empaquetar y distribuir
los más diversos productos, por piezas o al corte, habiéndose especializado en finas
tajaduras de los más diversos materiales. Así, sus ventas más celebradas eran
los discos de madera rebanada —muy
utilizados para banquetas y mesitas—, los
tentáculos laminados de pulpo y embutidos, los cordones seccionados en diversos
tamaños, y las finas amputaciones podadas de los más diversos miembros, siendo
los más celebrados los cortes de dedos, por su gran utilidad y fácil manejo, de
gran aceptación por escritores y pintores incapaces, y con ansias de progresar.
En una situación desesperada, el veterano y
polifacético artista, protagonista de esta historia, vendió sus dedos a la compañía, primero el meñique
y anular de la mano izquierda, más tarde el corazón y finalmente el índice y
pulgar, de los que se desprendió, por estar más y tener mejor venta, en
pequeñas lonchas, empezando por los pulpejos y terminando en la misma raíz.
Días más tarde, cuando la necesidad se lo pidió, repitió la operación con la
mano derecha.
Hoy, son otros los que escriben sus versos y pintan
sus sueños.
Vender sus dedos, vender su decencia, vender su integridad, su virginidad, su moralidad...
ResponderEliminarEs como vender su alma al diablo.
Las ofrendas son distintas, el diablo siempre el mismo.
El dinero.
Y ese diablo siempre reclama contrapartidas.
Cada uno tendrá que analizar el producto de la venta y el peso de las contrapartidas, y nosotros no seremos nadie para juzgarlo.
EliminarHasta donde llegamos por la popularidad. Impresionante. Un fiel reflejo de la realidad
ResponderEliminarA veces es la popularidad, a veces la necesidad, pero siempre es negativo el resultado.
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