Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 20 de noviembre de 2015

El alfarero

I

El alfarero había terminado de hacer la vasija de barro, miró y remiró la forma, la proporción, el acabado y los dibujos que la adornaban, y se sintió orgulloso.
Con mucho cuidado, la puso en el mostrador, junto a otras tantas. Después escribió en el libro de registros: “vasija nº 3.241: Perfecta”.
Descansó viendo su obra maestra.

II

El alfarero, como cada día, trabajaba desde temprano intentando terminar una nueva vasija. Lo hizo con la rutina de siempre y, acabada, se sentó a observarla. No le gustaba, quizá un asa algo más alta que otra, el dibujo no del todo simétrico, cierta desproporción en las formas. Acabado el trabajo, la cogió y la puso junto a las demás. Por la noche escribió en el libro de registros “vasija nº 3.412: Mal”.
Descansó insatisfecho.

III

Entró un cliente y tras escudriñar la tienda dijo al alfarero: “necesito una vasija”.
‒¿Cuál quiere usted? preguntó mientras le señalaba el mostrador.

‒Da igual, una cualquiera, contestó distraído el cliente.

El alfarero, de Susana Guaderrama

10 comentarios:

  1. Está claro que la dedicación que le ponemos a nuestro trabajo solo la vemos nosotros, los demás no le dan la misma importancia. Así nos va

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    1. No siempre es así, pero es cierto que es lo más frecuente. No obstante, nuestra propia satisfacción de hacer bien las cosas es impagable.

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  2. La perfección llena únicamente al que la consigue

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    1. Si alguien la consiguiera, seguro que la valoraría y, los demás lo entenderían, que la respuesta fuera de reconocimiento, admieación o envidia, ya es otra cosa.

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  3. Seguramente el snob que la compró la enseñaría a sus amigos presumiendo de que la compró en un taller donde las hacían a mano y que su buen ojo escogió la mejor de entre todas. Leni Lavado

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  4. Entre lo que se ve en el cuento y tu calificativo de snob que le das, el cliente se hace antipático y, por contra, el artesano se nos hace mejor persona.

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  5. Pues yo pensaba otro final.
    Pensaba que el cliente se fijaba en la última vasija, en la vasija imperfecta a los ojos del escultor.Y no porque la viese fea, sino por ser la que más le gustó.
    La perfección no es para todos lo mismo...afortunadamente.

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    1. Tienes razón, ese final es más dulce,más poético, aunque quizás dejara algo confuso y descolocado al alfarero.

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    2. Tienes razón, ese final es más dulce,más poético, aunque quizás dejara algo confuso y descolocado al alfarero.

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  6. Tampoco está mal del todo descolorares de vez en cuando.
    Ver la realidad desde otra perspectiva, sin que ello impliqué que debas cambiar la tuya, puede resultar interesante

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