Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 1 de abril de 2017

A MIGUEL HERNÁNDEZ 
(En el septuagésimo quinto aniversario de su muerte)  

La incertidumbre del poeta, de Giorgio de Chirico

Perdiste la libertad por besar la mejilla de tu presente y al vientre tierno y dócil de tu futuro. De cárcel en cárcel caíste bajo las garras impías de aves rapaces que te esperaban escondidas entre los árboles de tus sueño.

Escribiste desgarros entre paredes y rejas de odio, queriendo mantener alto el telón de tus párpados mientras de tu pecho, profundamente herido, manaban borbotones de sangre y muerte. Tu cuerpo, dolido y tu mente pisoteada por cien jinetes que galopaban sobre tus sienes, cantaba:

            Cierra la puerta
echa la aldaba carcelero
ata duro a ese hombre,
no le atarás el alma

Voló tu alma, libre de cadenas y fosas, de lobos y sombras, por encima del toro, del caballo y del hombre.

Tu sangre, roja, violentamente roja, dejó la tierra manchada de mentiras y silencios, se derramó en la maleta de Antonio, se hizo un torrente bajo el cielo alimonado de la ausencia de Federico y fue palabra en oídos de un futuro desalentado y cebolla en tus ojos que nunca se cerraron.

Tu canto fue su propia elegía. Tu tierra —monte, pueblo, gente, sangre y odio, ríos de sangre y odio, muerte, fosa común, España— fue tu tumba.

Rescatado entre  papeles olvidados:
Homenaje a Miguel Hernández en el cuarenta aniversario de su muerte.

28 de marzo de 1982.

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