Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

martes, 20 de diciembre de 2022

Conversaciones en la barra de un bar V. El árbol

Navidad mistica, de Sandro Botticelli

El bar, una especie de bistró de esos que ofrecen comida económica, estaba casi vacío. Me senté en una banqueta en el extremo de la barra y pedí otra copa, que Ezequiel, el camarero, tras dejar su tarea de preparar los adornos de Navidad propios de esos días, me sirvió diligente. 


—Buenas tardes —me saludó entonces una voz con sabor a pino antiguo—. Volví la cabeza y allí estaba él, el árbol de Navidad, en la esquina de la barra, intentando zafarse de las lucecitas de colores que le hacían cosquillas.

Hola le contesté extrañado, frotándome los ojos y mitrando mi copa de coñac, ya que de todos es sabido que dichos ornamentos, como mucho, canturrean alguna cancioncilla navideña acompasada con el tintineo de las luces ¿Cómo es que me hablas, si eso es totalmente imposible?

Efectivamente, no puedo hablar, nadie lo pone en duda.

Pues yo te oigo.

Tampoco podemos decir que eso sea falso. Una cosa es que yo hable o no y otra es que tú escuches.

¿Y qué quieres?

Nada, solo que oigas lo que tengo que decirte.

Dímelo entonces.

Solo puedes escuchar lo que elabores y yo solo puedo devolverte las palabras que pienses. Tú y yo solos lo mismo.

¿Me está diciendo que soy un árbol de Navidad?

No, ese soy yo. Tú eres lo que quieras ser.

Pareces más un manual de autoayuda que un adorno.


Con un guiño de todas las lucecitas del flanco izquierdo del árbol terminó la conversación al tiempo que Ezequiel desenchufaba las guirnaldas luminosas y me preguntaba si me pasaba algo.

2 comentarios:

  1. Francamente, por muchas imaginación con la que se quiera adornar el tema, si acabas hablando con un árbol de navidad en un bar, el supuesto manual de autoayuda no parece que funcione del todo bien.

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