Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

martes, 9 de agosto de 2022

María se asomó a la baranda del puente

Muchachas en el puente, de Edvuard Munch

María se asomó a la baranda del puente. Debajo, un viejo acordeonista tocaba Corazón, corazón y unos chavales lo rodeaban y bailaban al ritmo se la música entre los naranjos que daban sombra al paseo. En el río, un albur sacó la cabeza, movió la cola y se marchó chapoteando en el agua.

María se asomó a la baranda del puente y se quedó un rato mientras martilleaba con sus dedos impacientes al ritmo de Corazón, corazón que, abajo, entre los naranjos y rodeado de pequeños, tocaba un viejo acordeonista. Distraído siguió con su pensamiento a un albur que río abajo chapotaeaba y colmaba su sosiego.

María se asomó a la baranda del puente. Debajo, paralela al río, una fila de naranjos enriquecía la luz fría de los adoquines húmedos y verde de la corriente. Un viejo acordeonista y cinco niños bailaban y daban vida a un cuadro impresionista nunca pintado, y en el río, un rápido albur plata dibujaba sobre la corriente un camino de espuma hacia Dios sabe dónde. 

2 comentarios:

  1. Me gusta pero no lo entiendo del todo. El tiempo pasa, al parecer solo para el albur.

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    1. Busca tu sitio, sácale todo el partido a lo que ves y a tu imaginación, relájate, disfrútalo, cierra los ojos, respira profundamente y, si pasa un albur, o una ráfaga de aire, o un rayo de luz o de tormenta, o un sueño... agárrate a su rastro y síguelo.

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