Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

martes, 19 de julio de 2022

Premonición

El campo de maíz, de Vicent van Gogh

Caminaba tranquilo por la calle cuando noté que me daban unos golpes en la espalda y una voz me alertaba de que iba a tropezar con una rama caía de un árbol. Me volví y vi a un joven mendigo sentado en el suelo, junto a un portal.

¿Cómo lo sabes? —le pregunté asombrado al ver su aspecto—. No tienes ojos y no has podido verme a mí ni al obstáculo.

—El olor, es por el olor de tu sangre.

—Pero, tampoco tienes nariz, y son nariz no hay olfato.

—Estoy seguro de lo que te digo.

—¿Y es posible que me hables y me oigas, sin boca ni orejas?

—Siento tu pensamiento y tú, si te esfuerzas, puedes adivinar el mío.

—El caso es que me ha parecido que me golpeabas la espalda al avisarme del peligro, pero no creo que sea posible, te faltan ambas piernas para levantarme y los brazos para tocarme.

—Sé que puedes sentirme como yo te siento a ti.

Seguí andando confuso hasta que tropecé y caí. Con la ropa y ambas manos manchadas de sangre volví la vista atrás y pude ver una sombra informe que pasaba junto a mí y se detenía unos metros más adelante.

 —¿Quién eres?, le pregunté confuso.

—Tu futuro —respondió.

2 comentarios:

  1. Un relato inquietante, pues nada inquieta más que lo desconocido, y nada más desconocido que nuestro propio futuro. Un abrazo, Ezequiel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Ángel. Todo parece previsible, pero lo más cierto es que lo previsible casi nunca se cumple en su totalidad.

      Eliminar