Inauguración del Memorial de Pablo I en Gatchina, de Gustav Schwarz
Se celebraba el Día de la Fiesta Nacional y la culminación de los
activos programados era la gran parada militar presidida por su majestad el rey.
Participaban en el anual desfile conmemorativo de la victoria más de cuatro mil
efectivos entre militares, zapadores, guardia civil y policía nacional, aparte
de cien vehículos y aeronaves. Especial
atención recibió un joven militar que desfilaba en un pulcro anonimato entre
los impecables soldados del destacamento de tierra.
Fue en el momento de
alcanzar la tribuna de autoridades, cuando el joven perdió el paso y produjo en
el capitán general que acompañaba orgulloso al rey, un leve enrojecimiento y un
imperceptible rictus de inquietud y vergüenza. Repuesto del desagradable
infortunio, bastó un gesto suyo y una sutil mirada amenazante, para que todos
los participantes se acoplaran, con perfecta obediencia castrense, al paso perdido
de su hijo.
Eso pasa. Pasaba y pasará siempre que haya Reyes reyezuelos, dictadores, dictatorzuelos o simpleza enchufados.
ResponderEliminarCada uno en su sitio y luchando por sus intereses (o por los de la comunidad, cabe pensar en algún momento), pero falta el poder que está por encima de todos en cualquier circunstancia y que cada vez es más poderoso y dominador: La Banca
Eliminar