El juego parecía fácil, consistía en
utilizar dos vocablos y, usándolos como verbo, sustantivo o cualquier otra
forma gramatical, redactar dos frases con distinto significado. Por ejemplo:
- Me muero se sueño.
- Soñé que me moría.
Resuelto el problema, haría lo mismo
con tres palabras:
- No me canso de mirar tus ojos.
- Tus ojos cansados de miran.
- Noté tu cansancio al mirarte los
ojos.
O redactar cuatro locuciones con el
mismo número de vocablos:
- Volví a Jaén en busca de mis
recuerdos.
- Vuelvo de Jaén sin los recuerdos
que buscaba.
- La búsqueda de mis recuerdos, hizo
que volviera a sentirme de Jaén.
- Por mucho que busque entre mis
recuerdos, no me devolverán Jaén.
Y así seguí hasta conseguir, con
treinta palabras, redactar otros tantos textos.
En ese momento sentí que ya podía
entrar en la carrera política para la que tanto tiempo me había estado preparando.
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El
acta de la anterior: Salón de Sesiones del Senado, en 1906, de Astenio Mañanós.
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Nada que ver. El arte de la oratoria política consiste en repetir Muchas palabras sin decir nada. Tú lo dices
ResponderEliminarJuegan con las palabras y nuestras esperanzas.
ResponderEliminarSi Sócrates viviese en nuestro tiempos sería un marginado social. Leni Lavado
ResponderEliminarProbablemente, en el escenario actual, no se metería en política. Quizás se dedicaría a intentar recuperar las humanidades.
EliminarLA riqueza de tus palabras no son la simpleza de los suyas. Ellos practican el habla sin decir nada... que no vaya en su beneficio. Eso si los recuerdos de Jaén con solo 4 vocablos me han hecho evocar grandes y pequeños recuerdos en una micra. De por si es un microrelato en si
ResponderEliminarGracias, Julio. Con tus interpretaciones enriqueces el texto.
EliminarMe imagino a los primeros de la especie por alli por las cavernas, organizando la caza y el reparto.
ResponderEliminarTendrian los neandertales esa capacidad tb?
Probablemente hablarabn menos e hicieran más.
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