Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 23 de octubre de 2015

Avaricia

Marcos tenía lo justo para comer, incluso algunos días sólo podía cenar un mendrugo de pan. Había trabajado en la banca, pero una mala inversión lo llevó a esa situación de pobreza y soledad.

Un día, al volver de un comedor social, se encontró con una carta en el buzón. Al abrirla pudo leer que había heredado de un tío suyo dos pisos y un chalet. Era su salvación, con la venta de esos inmuebles se resolvería su problema económico y, con ese convencimiento, se puso a buscar antiguos compañeros para sacar las propiedades a la venta cuanto antes.

Recibió ofertas que para sus amigos y para él mismo eran razonables. En poco tiempo encontró compradores para los pisos y el chalet, pero no podía dormir tranquilo. Subió el precio de venta, y los posibles compradores parecía que seguían interesados, volvió a subirlo y aceptaron a regañadientes, entonces pensó en subirlo una tercera vez, pero decidió simplemente no venderlos.

“Querían aprovecharse de mí”, se decía mientras cenaba un mendrugo de pan.

Cabeza de mendigo, de Ignacio Zuloaga.




8 comentarios:

  1. Pobres y pobreticos, decía mamá

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  2. Esto ocurre en la actualidad, aunque en otros niveles, y con más frecuencia de lo que creemos. Los acontecimientos sociales y políticos que vivimos hace que todos seamos más desconfiados y que aspiremos a quedar por encima de los demás infravalorando lo que realmente importa. Como siempre, recalco la importancia de la educación en valores. Leni Lavado

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    1. Has hecho un perfecto resumen de lo que quería decir.
      Gracias por leerme y comentar.

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    1. La desconfianza, avaricia y egoísmo. Unas actitudes que se entremezclan y forman un modelo muy actual.

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  4. Q dificil es verse, abarcamos tantos niveles.
    Este relato es como una lupa, genial!

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