Marcos tenía lo justo para comer, incluso algunos días sólo
podía cenar un mendrugo de pan. Había trabajado en la banca, pero una mala
inversión lo llevó a esa situación de pobreza y soledad.
Un día, al volver de un comedor social, se encontró con una
carta en el buzón. Al abrirla pudo leer que había heredado de un tío suyo dos
pisos y un chalet. Era su salvación, con la venta de esos inmuebles se
resolvería su problema económico y, con ese convencimiento, se puso a buscar
antiguos compañeros para sacar las propiedades a la venta cuanto antes.
Recibió ofertas que para sus amigos y para él mismo eran
razonables. En poco tiempo encontró compradores para los pisos y el chalet,
pero no podía dormir tranquilo. Subió el precio de venta, y los posibles compradores
parecía que seguían interesados, volvió a subirlo y aceptaron a regañadientes,
entonces pensó en subirlo una tercera vez, pero decidió simplemente no
venderlos.
“Querían aprovecharse de mí”, se decía mientras cenaba un
mendrugo de pan.
![]() |
Cabeza de mendigo, de Ignacio Zuloaga.
|
Pobres y pobreticos, decía mamá
ResponderEliminarPobres y pobreticos...
ResponderEliminarEsto ocurre en la actualidad, aunque en otros niveles, y con más frecuencia de lo que creemos. Los acontecimientos sociales y políticos que vivimos hace que todos seamos más desconfiados y que aspiremos a quedar por encima de los demás infravalorando lo que realmente importa. Como siempre, recalco la importancia de la educación en valores. Leni Lavado
ResponderEliminarHas hecho un perfecto resumen de lo que quería decir.
EliminarGracias por leerme y comentar.
Amén
ResponderEliminarLa desconfianza, avaricia y egoísmo. Unas actitudes que se entremezclan y forman un modelo muy actual.
EliminarQ dificil es verse, abarcamos tantos niveles.
ResponderEliminarEste relato es como una lupa, genial!
Gracias, el espejo no siempre devuelve la imagen real.
Eliminar