Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 30 de octubre de 2015

Pago en especie (la cuentacuentos)

El conductor del autobús estaba terminando otra anodina jornada de trabajo y, cansado de la rutina diaria de atascos, semáforos e impersonales saludos y despedidas, volvía camino del garaje. Hacía un repaso mental del día cuando vio a una joven, que levantaba la mano reclamando que parara para subir. El conductor frenó y la observó, era una joven delgada, vestida como si hubiera salido de un cuadro costumbrista de principios del siglo pasado y que le sonreía complacida antes de acceder al autobús.
Sólo queda una parada para llegar al garaje, le dijo, pero la joven le contestó que no importaba, que le venía bien, y se dispuso a pagar el billete.
Son dos euros, le requirió mientras cerraba las puertas, y la joven, para su sorpresa le contestó que no los tenía y le ofreció una bolsa llena de semillas, al tiempo que le explicaba -si planta estas semillas, verá brotar el bosque de Blancanieves, con éstas crecerán los hermosos jardines del palacio de Las Cenicienta,  de éstas nacerán grandes habichuelas que llegaran al cielo…- y así siguió hasta el final del trayecto.

El conductor, deseando llegar a casa, prefirió no discutir y las cogió de mala gana, A la mañana siguiente, quizás recordando la dulce mirada de la muchacha y las dudosas propiedades que atribuía a cada una de las semillas, decidió plantarlas y esperar a ver que pasaba.


Unas semanas más tarde, al salir de casa y mirar el jardín, observó asombrado que, tras años de silencio, había renacido su imaginación.

Pescadores de sueños, de Juan Fernández.

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