Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 9 de septiembre de 2016

... Y el verbo se hizo sueño

Salí del cascarón mientras en el exterior, como cada día, el atardecer se disponía a engullir al sol. Pero, de pronto, algo le hizo desistir de su hazaña diaria, el sol me miró y se comió las serpientes y el césped que me rodeaban. Desde entonces el ocaso es verde, las praderas no son sino un enjambre de insectos que bailan al son de los grillos y yo una mezcla luminosa de de saliva, sabia, hojas y vientos.

Serpiente de agua, de Gustave Klimt

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