Mientras me preparaba el desayuno, llamaron a la puerta con
violencia. Abrí con cierto recelo y, sin que me diera tiempo de reaccionar, recibí
un empujón del Rey Negro, que sin mediar palabra, entró decidido en el salón y
se acomodó en el sofá.
—Majestad ¿podría explicarme…? —le pregunté confundido.
—Me han tendido una celada y están a punto de darme jaque
mate. Efraín, es usted mi única esperanza.
—Si puedo ayudarle…
—¡Enróquese! —me ordenó el Rey con voz de mando.
Y desde entonces, permanezco encerrado en la torre blanca
esperando mi destino.
Ajedrez, fuera de lugar, de Jorge Luna
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Aceptar el enroque ha sido su mayor error, por mucho que lo mande el rey. al final caerá con él
ResponderEliminarEs malo ser miembro del equipo perdedor y tampoco es bueno ser uns ficha dócil e impersonal del vencedor.
EliminarPor desgracia, todos somos fichas impersonales de uno u por bando. O bien, si no somos de ningún bando, seguimos siendo impersonales, aunque sin definir
ResponderEliminarFichas más o menos rebeldes con o sin causa, disciplinadas, luchadoras, sensibles, convencidas, complejas, obediemtes, independientes... A diferencia del ajedrez, las fichas tienen infinitos colores.
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