Robert Browning hizo su experimento de transmutación de la
materia y, tal como describe Langelaan, le salió mal. Robert quedó convertido
en un monstruo, mitad hombre, mitad mosca, o un hombre con cabeza y brazo de
mosca para ser más precisos, y su cerebro vivió una lucha encarnizada para
mantener su condición humana, frente a las razones que esgrimía el pequeño
cerebro del insecto.
Pero hasta ahí llega la verdad de la historia. Robert no
tuvo la muerte terrorífica en la tela de araña que Langelaan nos contó en su
famoso relato. Robert, como Narciso, absorto en la contemplación de su propia
imagen fue incapaz de decidir si le iría mejor de mosca o de humano, y terminó
arrojándose al lavabo para morir ahogado.
La mosca, cartel anunciador de la película de Kurt Neumann |
A la mosca -como al ser humano- se le va la vida en nacer, crecer, reproducirse y morir tras un envejecimiento que puede verse interrumpido por una golondrina hambrienta o un spray.
ResponderEliminarAl ser humano se le va la vida en las mismas ocupaciones.
La mosca necesita de 20 a 25 días.
¿Para qué más?
Aunque el tiempo es muy relativo. Lo ideal es que lo disfrutemos en calidad y cantidad y aprovechemos las oportunidades que nos brinda, sin que se quede corto pero sin que se pase.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarLa muerte sigue siendo igual de terrorífica. Total no creo que variara su vida siendo mosca o no.
ResponderEliminarYo creo que sí. Lo importante es que sea lo que quiera.
Eliminar