Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 8 de abril de 2016

Crónicas taurinas I: Fiesta sorpresa

Le daban una buena pasta por el capricho de los hijos del anciano, lo habían contratado para lidiar un toro en el patio porticado de su palacio y aceptó, por el dinero y por el viejo, que le daba pena, decía. Ya ves, son siete hermanos y, en vez de acompañar a su padre el día de su centenario, que coincidía con el sábado de feria, por muy ocupados que estuvieran en su trabajo, adornaron el patio con farolillos, lo llenaron de albero, y contrataron al “Niño de Alcalá”, el torero de moda, y le organizaron una corrida, como si él, que tiene la cabeza perdida desde hace años, se fuera a enterar de algo, por muy aficionado a los toros que hubiera sido.

Al abrir la puerta de toriles, o sea del camión, el toro salió como una fiera pero de pronto se paró, en medio del patio, mirando al diestro que, inmóvil, parecía el Apolo de mármol que hay en el atrio del palacio, pero con cara de miedo. Así se quedaron un largo rato y el señor, mientras, dormido como un tronco en su sillita hasta que me lo llevé al cuarto y lo acosté. Yo creo que "El Niño" tuvo miedo y que cuando vio que me llevaba al viejo, una alcayata que no había abierto los ojos en ningún momento, no se lo pensó dos veces, dio la "espantá", y se fue se fue, dejando al toro en el patio y el dinero junto a una columna, que cobarde sí era, pero ladrón no.


Llamé a los hijos y les dije que el señor había disfrutado mucho, que el maestro estuvo muy artista y que el toro había sido una fiera muy noble. Lo cierto es que me guardé el dinero y llamé a Marcial, ya sabéis como es, en su juventud estraperlista, ladronzuelo, proxeneta  y timador, y hoy es dueño de una carnicería que le habían traspasado como pago a un préstamo y deudas de juego, y un digno ciudadano que se ha afiliado al partido para obtener subvenciones para contratos inexistentes y que se quiere presentar a las elecciones. Le vendí el toro y todos felices, el torero durmió tranquilo, los hijos contentos de haber hecho feliz al padre, Marcial, que hoy anuncia ofertas de chuletones de buey de Kobe y solomillo de ternera gallega,  vendiendo la carne a precio de oro y yo con mi dinero. Fue una gran velada.

Torero, de Ignacio Pinazo

4 comentarios:

  1. Aquí el verdadero artista fue el mayordomo.

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    1. Un artista y un miembro de la galería nacional, junto al carnicero, los hijos y el pobre viejo.

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  2. Así nos resarcimos de nuestros remordimientos...con unas perras. El fin justifica los medios?

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  3. Cada uno fue a lo suyo. Una historia triste pero no siempre es así. Pienso que en la maoría de las familias el apoyo de unos a otros es incuestionable.

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