Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 15 de abril de 2016

Crónicas de feria I: Frío

Aunque hacía un frío tremendo, nadie pensaba que en esa feria de abril se Sevilla pudiera caer una gran nevada. Muchos  no se dieron cuenta hasta que notaron que su copa de manzanilla se cubría con una fina capa de hielo, lo que celebraron con jolgorio, pero en las calles y, poco a poco, en el interior de muchas casetas, el frío se hizo evidente, las mujeres cubrieron sus hombros con el mantoncillo, los hombres se cerraron la chaqueta y los que tenían niños pequeños, se fueron a casa.
En el exterior, los coches de caballos fueron desapareciendo y la animación decreció, hasta quedar las calles del real prácticamente vacías. Pero los buenos feriantes no son fáciles de derrotar y en pocos minutos aparecieron algunos paseando con sus esquíes y otros consiguieron unos trineos en los que se pavoneaban llevando a la grupa a sus mujeres vestidas para la ocasión con trajes de faralaes de vivos colores que destacaban sobre la nieve acumulada.
Sobre la marcha cada caseta comenzó a hacer sus muñecos de nieve a los que vistieron de gitana, de corto o de torero y el propio ayuntamiento, animado por el espíritu jovial de  los feriantes, decidió cambiar los farolillos por estrellas y bolas de colores y hacer un gran muñeco de nieve, de quince metros de altura delante de la portada.
Fue una de las ferias más celebrada, aunque no de bailaron sevillanas ni hubo corridas de toros, pero la animación solo duró unos días, ya que la temperatura alcanzó los veinte grados bajo cero, el ferial se convirtió en una inmensa pista de patinaje, las casetas parecían congeladores y los cacharritos dejaron de funcionar. Pero todos la recordarán, especialmente por las fotos delante de la portada y del inmenso muñeco de nieve que nieve que el alcalde había mandado levantar, y que había batido el ré
cord guinnes, al ser fotografiado veinte veces por segundo durante cuarenta y ocho horas.
Al final de la feria el temporal comenzó a ceder y el recinto ferial, ya vacío, a normalizarse, la nieve desapareció y las calles recuperaron su color albero, las lonas de las casetas se secaron y reapareció el brillo en los multicolores cacharritos, que comenzaron a desmontarse lentamente.

En poco tiempo la feria del frío fue solo un recuerdo, nada quedó que rememorara aquellos días extraños, nada salvo el muñeco de nieve que se mantuvo erguido, emanando un frío polar y respondiendo con media sonrisa a aquellos que, llevados por la curiosidad, se acercaban a verlo y fotografiarse con él.

En la feria, de Gonzalo Bilbao.


4 comentarios:

  1. Curioso escenario, bastante improbable. No obstante los sevillanos seguro que le sacan partido, como a casi todo.

    ResponderEliminar
  2. Así somos los sevillanos, feriantes ante cualquier temporal. sabemos sacar lo mejor en las peores condiciones. ole y ole

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguro que en los alrededores de la feria comenzaron a verse puestecillos con bufandas, gorras y paraguas.

      Eliminar