Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 15 de abril de 2016

Crónicas de feria II: Calor

Eran las cinco de una tarde totalmente soleada, la radio anunciaba que la temperatura en la feria era de cuarenta y cinco grados a la sombra y de cincuenta y seis al sol. Las casetas, convertidas en un horno, se habían quedado, los feriantes ocupaban ordenadamente los sombras de los escasos naranjos y carteles publicitarios, los caballistas, desesperados por la lentitud del paseo se abanicaban con el sombrero, los heladeros y vendedores de agua fresca y refrescos hacían el agosto y la manzanilla y el fino no paraban de venderse aunque no conseguían llegar a enfriarse. En la Maestranza, entre tanto, El niño de la Algaba esperaba recibir al primer toro a puerta gayola y en la zona de sol comenzaban a verse a algunas jóvenes desmayadas y a sus parejas abanicarlas y echarle agua en la frente, mientras el resto se refrescaba la nuca y utilizaba sus abanicos, entradas o cualquier otro papel para darse algo de aire. Y entonces se pararon todos los relojes y el tiempo dejó de correr.

De forma imperceptible, el sol continuó calentando y quemaba las cabezas desnudas de los caballistas, los helados se convertían en batidos, el agua se calentaba, el hielo de las neveras se derretía y la manzanilla se volvía un brebaje intragable. Mientras, el Niño de la Algaba seguía de rodillas frente a la puerta que no llegaba a abrirse y las gradas se llenaron de jóvenes desmayadas, junto a sus parejas que seguían con el abanico.

Al día siguiente, a las cinco en punto, los relojes volvieron a andar, las casetas siguieron vacías y los naranjos llenos, los caballistas siguieron su lento paseo, siguieron las colas en las heladerías y puestos de refrescos, en las barras de las casetas volvieron a oírse quejas de que la manzanilla no estaba fría y en la Maestranza el toro Manzanero fue recibido a puerta gayola por el Niño de la Algaba, que recibía los aplausos de los aficionados de las gradas de sombra y la desatención de los de las gradas de sol, que solo se dedicaban a abanicarse y refrescarse.

Fiesta en Sevilla, de Manuel García y Rodríguez

4 comentarios:

  1. Rectifico el comentario anterior. A este escenario apocalíptico no hay quien le saque nada bueno.

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  2. Si seguimos cargandonos el planeta esta situación la veremos muy pronto,

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    1. Apocalíptico final propones, cuando solo ha sido un día de calor, como cualquier otro.

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