Eran las cinco de una tarde totalmente soleada, la radio
anunciaba que la temperatura en la feria era de cuarenta y cinco grados a la
sombra y de cincuenta y seis al sol. Las casetas, convertidas en un horno, se
habían quedado, los feriantes ocupaban ordenadamente los sombras de los escasos
naranjos y carteles publicitarios, los caballistas, desesperados por la
lentitud del paseo se abanicaban con el sombrero, los heladeros y vendedores de
agua fresca y refrescos hacían el agosto y la manzanilla y el fino no paraban
de venderse aunque no conseguían llegar a enfriarse. En la Maestranza, entre
tanto, El niño de la Algaba esperaba recibir al primer toro a puerta gayola y
en la zona de sol comenzaban a verse a algunas jóvenes desmayadas y a sus
parejas abanicarlas y echarle agua en la frente, mientras el resto se
refrescaba la nuca y utilizaba sus abanicos, entradas o cualquier otro papel
para darse algo de aire. Y entonces se pararon todos los relojes y el tiempo dejó
de correr.
De forma imperceptible, el sol continuó calentando y quemaba
las cabezas desnudas de los caballistas, los helados se convertían en batidos, el
agua se calentaba, el hielo de las neveras se derretía y la manzanilla se
volvía un brebaje intragable. Mientras, el Niño de la Algaba seguía de rodillas
frente a la puerta que no llegaba a abrirse y las gradas se llenaron de jóvenes
desmayadas, junto a sus parejas que seguían con el abanico.
Al día siguiente, a las cinco en punto, los relojes volvieron
a andar, las casetas siguieron vacías y los naranjos llenos, los caballistas
siguieron su lento paseo, siguieron las colas en las heladerías y puestos de
refrescos, en las barras de las casetas volvieron a oírse quejas de que la
manzanilla no estaba fría y en la Maestranza el toro Manzanero fue recibido a
puerta gayola por el Niño de la Algaba, que recibía los aplausos de los
aficionados de las gradas de sombra y la desatención de los de las gradas de
sol, que solo se dedicaban a abanicarse y refrescarse.
Fiesta en Sevilla, de Manuel García y Rodríguez
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Rectifico el comentario anterior. A este escenario apocalíptico no hay quien le saque nada bueno.
ResponderEliminarEl tiempo pasa, nada cambia
EliminarSi seguimos cargandonos el planeta esta situación la veremos muy pronto,
ResponderEliminarApocalíptico final propones, cuando solo ha sido un día de calor, como cualquier otro.
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