El muñeco fue el primero en cerrar los ojos. Poco después
otros muñecos lo miraron confusos y también los fueron cerrando, más tarde los
siguieron el pequeño de la casa, sus padres y su hermana, su mascota e incluso
las figuras y retratos que adornaban las paredes, y así fueron cerrando los ojos sus vecinos del bloque, de la calle y del barrio, hasta llegar a todos los
habitantes de la ciudad y del mundo.
Nadie entendió nunca el porqué de esa oscuridad.
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Tierra de ciegos, de José Luis Correa |
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