Aparecieron imponentes con sus espadas, lanzas y alabardas, cubiertos con cascos y protegidos con armaduras y cotas de malla. Con sus cañones derribaron poblados, sembraron el pánico con el tronar de los arcabuces, quemaron las casas, violaron a las mujeres y mataron a guerreros, niños y ancianos, en nombre de Dios y del Rey.
Los indios -dijeron- temían a los caballos.
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Caída de Tenochtitla, de Juan Cantó |
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