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Madre y bebé, de Lilla Cabot Perry |
Jorgito
Frederic Cruz-Aycart Kittel nació el día 1 de
julio de 1964 y murió ese mismo día por la noche.
Desde su más tierna infancia recibió
el benéfico influjo de la polonesa trágica de Chopin, que su madre, Doris Kittel, interpretaba de
forma magistral con su piano de cola mignon. Mientras, su marido, don Jorge
Cruz-Aycart leía en el diario las noticias, centradas por esas fechas en los
fastos de celebración de los Veinticinco Años de Paz. La luz del sol tamizada
por los visillos acariciaba el rostro algo amarillento del pequeño.
—Parece que tiene mejor color
¿verdad?
—Si cariño, eso parece.
El tic-tac del reloj derramaba campanadas, y Jorgito buscaba
con ansiedad el pálido pecho de su madre, que lo acogía con cariño en su regazo
disfrutando de las muecas, que ella interpretaba como sonrisas. Mientras, el
padre comentaba las noticias deportivas remarcando la lucha del Real Madrid por
conseguir su quinto campeonato de liga consecutivo. La ventana abierta hacía
volar los visillos al ritmo de los preludios con los que ella acariciaba la
tarde.
—Mira cariño, me ha sonreído.
—Sí, ya veo.
Más tarde, Enriqueta, la chica de
servicio, llevaba al retoño a su cunita tras haber recibido los besos de su
madre y la bendición de su padre, y cerraba la ventana para evitar que el
relente de la noche hiciera daño a la criatura.
—¿Quieres una copa?
—Bueno —respondió cerrando el
periódico, tras leer los anuncios por palabras.
Terminada la cena Jorgito dejó
bruscamente de llorar.
Doris
se acostó a dormir, don Jorge apagó la radio, Enriqueta se recogió en su
dormitorio y Jorgito se convirtió en una foto enmarcada en plata sobre la
chimenea.
El nocturno de Chopin hizo más
oscura la noche.
Muy bonito, muy bien escrito e ilustrado por la música pero muy, muy triste.
ResponderEliminarEn la muerte de su hijo escribió Miguel Hernández
"Corazón que en el tamaño
de un día se abre y se cierra.
La flor ya no cumple el Año
y lo cumple bajo tierra"
Bellísimo y tristísimo. Espero que la comparación te haya gustado.
Jose Carlos Barranco Moreno Afortunadamente no lo he vivido, solo imaginarlo es tremendo. Miguel Hernández lo vivió y expresa su dolor de una manera terrible.
ResponderEliminarYo solo lo imagino.
Evidentemente, la comparación, no merecida, me ha gustado.