Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 31 de enero de 2020

Fábulas de este mundo - I: Fábula del pezombre del sur

Sirena y Tritón. Dibujo anónimo ruso

En un tiempo lejano, allí por los confines del océano, muchos valientes habitantes del tercer mundo se mutaron a peces, empujados por el hambre y la necesidad de supervivencia. Tras meses, incluso años, sin poder arribar en la tierra prometida, fueron perdiendo sus atributos humanos, se cubrieron de escamas, le crecieron branquias y se olvidaron de su vida terrestre, ante le indiferencia e incluso la satisfacción de los humanos.
            En tierra los llamaron los pezombres, y los fines de semana iban a buscarlos entre los juncos, en las orillas o os puertos, donde se alimentaban de despojos, y se los enseñaban a los niños, que disfrutaban echándoles de comer.
Pasado el tiempo, la pesca furtiva y las grandes navieras acabaron con la pesca, los pezombres comenzaron a pasar hambre y salieron de su hábitat a buscar comida en la tierra. Los humanos, alarmados ante lo que consideraron una invasión, los persiguieron, pero ellos, que no habían olvidado caminar, aprendieron a escabullirse, esconderse y defenderse y, tal era su número y voracidad, que acabaron con todo lo comestible.
            El último humano que sobrevivió a la hambruna creada, dejó escrito en una roca, anres de morir: «Reparte tu pan, no tu hambre», y un pezombre escribió debajo: «La maldad, más temprano que tarde, siempre tendrá replica».

2 comentarios:

  1. El último humano escribo una frase muy bonita pero que tenía que haberse realizado antes.
    Cuando el último pezombre escriba su epitafio, no habrá nadie que lo pueda leer.

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  2. Bueno, esperemos que los pezombre no tengan que escribir un epitafio.

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