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Autorretrato frente a un espejo. de Henri Toulouse-Lautrec |
Se había pintado en más de cien
cuadros. Se retrataba en cada uno de ellos frente al caballete y ante un espejo
en el que se reflejaba pintando, y así sucesivamente hasta plasmar todas las
obras de la serie. La perspectiva que consiguió fue tan real y minuciosa que se
podía leer la firma y fecha de cada retrato. A pesar de la perfección de la
obra, el público no supo valorar la perspectiva y el resultado conseguido, por
lo que el artista, decepcionado, cogió un cuchillo y lo destrozó.
Comenzó una nueva serie de más de cien cuadros.
Se retrataba en cada uno de ellos frente al caballete y ante un espejo en el
que se reflejaba rompiendo el lienzo, y así sucesivamente hasta plasmar todas
las obras de la serie. Cuando presentó su obra, el público no supo valorar la
perspectiva y el resultado conseguido, por lo que el artista, decepcionado, lo
destrozó y se volvió iracundo a los presentes.
Comenzó en la cárcel nueva serie de más de cien
cuadros. Se retrataba en cada uno de ellos frente al caballete y ante un espejo
en el que se reflejaba pintando y, al fondo, aparecía un grupo de personas que
lo miraban atemorizadas.
ResponderEliminarHenry retrataba como se veía a sí mismo en el espejo. Al ver que los demás no lo veían así, se fue, enfadado, con su amiga Cha-U-Kao, la payasa. Los dos, altos, jóvenes y delgados fueron la envidia de todos los que les veían pasear, orgullosos, por Pigalle.
12 de enero de 2020, 19:08
La realidad imaginada es más potente y, probablemente, más auténtica que la realidad real.
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