Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 10 de febrero de 2017

Ajuste de cuentas

Olympia, de Edouard Manet
Volvía a sentir miedo a pesar de que habían pasado más de treinta años desde salí de casa, para convertirme en el triunfador hombre de negocios que soy hoy. Nada había cambiado, la estantería llena de libros cubiertos por una fina capa de polvo, el cuadro de encima de la chimenea —una mala imitación de Olympia de Manet— la mesa y cuatro sillas desvencijadas.
Creía que había borrado el pasado, pero cuando me acerqué al armario azul en el que nos escondíamos mi madre y yo en las noches de borrachera de mi padrastro, volví a sentir la amenaza y el miedo a los gritos y a los golpes.

Volví a entrar en el armario, crucé la trampilla disimulada tras una cortina y pasé a la buhardilla que tantas veces nos había servido de refugio. Solo había un camastro, el viejo sofá cubierto por la manta gris y roja, con la que de niño me protegía del frío y una mesita de noche. Escondida en el fondo de mesita encontré una caja con la pistola que mi madre nunca llegó a utilizar. La cogí y la descargué con rabia sobre el sofá, el cuadro y el armario, como si quisiera destruir al pasado del que no podía librarme. Guardé la última bala para la foto en la que, abrazándonos a mi madre y a mí, mi padrastro me miraba burlón desde la estantería, pero me quedé inmóvil, petrificado, y no me atreví a disparar.  

4 comentarios:

  1. El alcohol y la violencia de género siempre unidos. Que cobarde y ruin y egoísta es el hombre. Cómo provoca terror aún con una foto. Que miedo

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    1. Los recuerdos, buenos o malos, están presentes para nuestra satisfacción o dolor.

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