Cada
día atravesaba el puente con mi maletín, camino de la consulta médica en la que
trabajaba, y siempre me paraba a echarle unas monedas al anciano que, con frío
o calor, lloviendo o bajo un sol abrasador, tocaba su acordeón. Él me lo
agradecía con la mirada y yo le devolvía una sonrisa.
Así
fue durante meses, quizás años, sin que nunca fallara, hasta que una mañana no
lo vi. Tenía las monedas en la mano y, puede que por instinto o como pequeño
homenaje, las tiré al río y me quedé parado mirando como caían. Recuerdo que al
llegar el agua me pareció que me devolvían un eco con las primeras notas del
vals corazón corazón, que siempre
tocaba el viejo acordeonista.
Pasados
los años, un día, en el mismo lugar, me encontré un joven que al acercarme, me
miró y me sonrió mientras sacaba su violín. Esa mirada, a pesar de la edad y
aspecto informal del músico, me recordó al del acordeonista y, puede que por
ello, le di las monedas. Al alejarme oí las primeras notas de corazón corazón.
Una
vez cruzado el puente, me detuve para encender un cigarro, y en el cristal del
escaparate de una tienda cercana, pude verme, joven y descarado, sujetando mi
bicicleta y, junto a mí, muy desdibujado, el reflejo de un hombre que, con
aspecto cansado y aislado en sus pensamientos, iba camino del trabajo con su
maletín y una mirada perdida, quizás en otro tiempo.
Serie: Mis cuadros
Sevilla,
Puente de Triana (detalle), de Ezequiel Barranco Moreno.
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Quizá en otro tiempo. Quizá el mismo tiempo. Quizá un bucle.
ResponderEliminarEl acordeonista toca cada día en el Puente de Triana y yo sigo pasando. No sé qué pasó en un tiempo lejano ni lo que pasará en el futuro.
EliminarHace tiempo que mis caminatas no me lleva a ese enclave, pero lo dejé de ver una noche, también le daba una moneda y le deseaba buenas noches, el me respondía con un gracias. Al no verlo una noche, me dio un vuelco el corazón y lo busco a diario en mi camino. He encontrado muchos más él era especial, me ayudaba a seguir
ResponderEliminarAhí sigue, cada día, haciéndose imprescindible para los que somos capaces de verlo.
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