Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 14 de octubre de 2016

Reencuentro (almas gemelas)

Cada día atravesaba el puente con mi maletín, camino de la consulta médica en la que trabajaba, y siempre me paraba a echarle unas monedas al anciano que, con frío o calor, lloviendo o bajo un sol abrasador, tocaba su acordeón. Él me lo agradecía con la mirada y yo le devolvía una sonrisa.

Así fue durante meses, quizás años, sin que nunca fallara, hasta que una mañana no lo vi. Tenía las monedas en la mano y, puede que por instinto o como pequeño homenaje, las tiré al río y me quedé parado mirando como caían. Recuerdo que al llegar el agua me pareció que me devolvían un eco con las primeras notas del vals corazón corazón, que siempre tocaba el viejo acordeonista.

Pasados los años, un día, en el mismo lugar, me encontré un joven que al acercarme, me miró y me sonrió mientras sacaba su violín. Esa mirada, a pesar de la edad y aspecto informal del músico, me recordó al del acordeonista y, puede que por ello, le di las monedas. Al alejarme oí las primeras notas de corazón corazón.

Una vez cruzado el puente, me detuve para encender un cigarro, y en el cristal del escaparate de una tienda cercana, pude verme, joven y descarado, sujetando mi bicicleta y, junto a mí, muy desdibujado, el reflejo de un hombre que, con aspecto cansado y aislado en sus pensamientos, iba camino del trabajo con su maletín y una mirada perdida, quizás en otro tiempo.

                                                                   Serie: Mis cuadros


Sevilla, Puente de Triana (detalle), de Ezequiel Barranco Moreno.

4 comentarios:

  1. Quizá en otro tiempo. Quizá el mismo tiempo. Quizá un bucle.

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    1. El acordeonista toca cada día en el Puente de Triana y yo sigo pasando. No sé qué pasó en un tiempo lejano ni lo que pasará en el futuro.

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  2. Hace tiempo que mis caminatas no me lleva a ese enclave, pero lo dejé de ver una noche, también le daba una moneda y le deseaba buenas noches, el me respondía con un gracias. Al no verlo una noche, me dio un vuelco el corazón y lo busco a diario en mi camino. He encontrado muchos más él era especial, me ayudaba a seguir

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  3. Ahí sigue, cada día, haciéndose imprescindible para los que somos capaces de verlo.

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