Cada
día se sentaba en un escalón a comerse el bocadillo, mientras sus compañeros del
colegio corrían y jugaban alrededor suyo, intentando sacar el máximo provecho a
esa media hora de libertad que el colegio regalaba cada día.
Cuando
años más tarde tuvo que volver, el patio seguía totalmente vacío.
Patio
de colegio, de Teresa Fudio
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Se aíslabasa. No los veía. No los vio nunca
ResponderEliminarO lo aislaban, no lo veían, no lo vieron nunca.
ResponderEliminarLos compañeros estaban en otro sitio, la nostalgia de un bocadillo en el recreo es casi única, Ellos se lo perdían
ResponderEliminarLo ideal sería haber compartido juegos y bocadillo.
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