Marina

Marina
Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

viernes, 4 de septiembre de 2015

Promesas

La mole catedralicia se iluminó con un rayo cegador, que marcó el inicio de una gran tormenta. Los relámpagos le daban un aspecto fantasmagórico a la imponente fachada, truenos constantes retumbaban haciendo que vibraran las vidrieras y se estremeciera la piedra, y un fuerte vendaval bajó de la montaña a la plaza, con tal intensidad que cedieron las puertas de la catedral y sonaron las campanas, mecidas por el viento como si fueran de papel.

Fue tal la magnitud de la tormenta que la gente, entre asustada y asombrada por el fenómeno, se acercó a la plaza para ver por sus propios ojos lo que estaba ocurriendo. Fue entonces cuando, entre el repicar de las campanas y el rugir del cielo, aparecieron en el balcón central, iluminados por una luz interior, un ángel negro y otro blanco, y con una potente y segura voz se dirigieron al pueblo, que se congregaba a sus pies:

-          Si me seguís -decía el ángel blanco-, os prometo una vida eterna y plena.
-          Disfrutaréis de un sinfín de riquezas -replicaba el ángel negro- y el placer será vuestra nueva y única religión.
-          La seguridad de una vida mejor es lo que obtendréis con mi ayuda.
-          Dadme vuestra confianza y el mundo será vuestro.


Y así, alimentando los deseos y las esperanzas de todo el pueblo, siguieron durante horas y horas, pues hasta el cielo había llegado la revolución democrática y ese día comenzaba la campaña electoral.

Catedral, de Ezequiel Barranco Moreno

2 comentarios:

  1. No me gusta meterme en estos fregados pero las próximas elecciones son las catalanas... pero bueno, la catedral es andaluza y tuya. Leni Lavado

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  2. Mía y de mi niñez, y eso no me lo pueden quitar los ángeles de un futuro mejor, sean blanco o negros o, como es habitual, grises.

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