Me
encantaba relajarme en la bañera, cerrando los ojos y olvidando todas mis
preocupaciones, gracias al contacto del agua tibia con la piel. Así me dejaba
llevar por mi imaginación, que reiteradamente me trasportaba al reino animal. La
ingravidez de mi cuerpo me hacía volar a lomos de una gaviota, el movimiento
del agua me envolvía como si serpientes reptaran suavemente por mi cuerpo, las
burbujas del jabón me parecían pequeños peces picoteando las plantas de mis
pies, notaba el roce de las alas de cientos de mariposas al abrir las sales de
baño, y la caricia de los ocho tentáculos de un pulpo poniéndome el champú.
Ese
rito lo repetía cada noche hasta ese terrible día. Ahora estoy en coma y conectado
a un respirador y, aunque no pueda moverme ni relacionarme, puedo escuchar los
comentarios del personal que me atiende en el hospital. Dicen que fue un
infarto, que me encontraron en una bañera agonizante y gritando confuso y muy
agitado: "¡Quitadme el cocodrilo del
pecho!".
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A
sangre fría (detalle), de Carlos Villabón
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Por lo que su subconsciente no estaba tan relajado... Leni Lavado
ResponderEliminar... O estaba relajado pero no preparado
EliminarExcesiva imaginacion?.. Puf, no lo entiendo muy bien
ResponderEliminarCéntrate en los animales y en las sensaciones y echa a volar la imaginación.
EliminarMe ha recordado cuando era pequeño y soñaba q algun personaje del sueño me llamaba repetidamente. De repente despertaba y era mi madre diciendo: Arturoooooo venga!! Arriba q llegas tardeeeeee!!!
ResponderEliminarComo dos realidades paralelas. Pero mi duda del relato es:
¿quien fue primero el cocodrilo o el infarto?
Habría que haber estado allí o ser nosotros mismos los protagonistas (lo qiue no se apetece nada) para saberlo.
ResponderEliminarGracias por tus comentarios.
Porqué un cocodrilo?
ResponderEliminarSirve, lógicamente, cualquier animal p persona que opriman o muerdan
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