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Belén de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de San Lázaro |
El
camino era largo y penoso, pero el final de aquel pasillo infinito estaba
cerca. La noche era clara y los grandes ventanales permitían ver la estrella
que les alumbraba y allí, en una humilde villa que parecía hecha de cartón, se
pararon a descansar.
La Virgen llegó sudando caminito de
Belén
y los ángeles blancos la perfumaron con
su fe.
Ande, ande, ande la marimorena
que María sonríe al ver a gente tan
buena.
Desde
aquella esquina se veían las puertas de las habitaciones de los demás
habitantes del pueblo, cada uno con su historia, con su pena y su dolor, y
también con su orgullo, con su pasado y sus esperanzas.
San José perdió el zurrón caminito de
Belén
y los ángeles blancos le dieron despacito
de beber.
Ande, ande, ande la marimorena
que José sonríe al ver a gente tan buena.
Algunos
se acercaron a ver a los recién llegados con curiosidad, otros les entregaron
sus penas, sus alegrías, sus miedos y sus consuelos. Otros no pudieron verlos,
pero soñaron con ellos.
El Niño lloraba de hambre caminito de
Belén
y los ángeles blancos le hicieron de
comer.
Ande, ande, ande la marimorena
que el Niño sonríe al ver a gente tan
buena.
En
Navidad recibieron visitas de sus familiares y amigos, de médicos, enfermeros,
auxiliares, celadores, pinches, voluntarios, limpiadoras y pastores de buena
voluntad.
El río se ha desbordado caminito de
Belén
y los ángeles blancos lo arreglan con
madera del almacén.
Ande, ande, ande la marimorena
que un pescador sonríe al ver a gente
tan buena.
El
almuerzo de Navidad fue especial y, aunque no era comida de reyes, el esmero y
cariño con que lo prepararon y con que lo compartieron, hizo que todos se
sintieran como en casa. El beso superó al vaso y el abrazo al almuerzo.
Una pastora tuvo fiebre caminito de
Belén
y los ángeles blancos de dieron flores
que le sentaron muy bien
Ande, ande, ande la marimorena
que
la pastora sonríe al ver a gente tan buena.
Terminada
la Navidad, la Sagrada Familia se fue a seguir su camino, y en la aldea dejaron,
para que los repartieran, los regalos que le habían traído los ángeles blancos:
Batidos, calmantes, antibióticos y otros medicamentos, jeringas, agujas y
material de curas, depresores, nebulizadores y sueros, algodón y vendas; y se
llevaron el cariño de todos los que vivían allí.
Los ángeles blancos los despidieron
caminito de Egipto
y el Niño, feliz, agradecido, al
marcharse los bendijo.
Ande, ande, ande la marimorena
que todos sonríen al ver a gente tan
buena.
El
pasillo quedó en silencio y los ángeles blancos siguieron haciendo su trabajo.
Saben que pasarán los años y deberán volver a consolar al Niño, ayudarle a
llevar su carga y curarle las heridas.
la Nochebuena se viene
La Nochebuena se va…
Precioso!!!
ResponderEliminarGracias.
EliminarNo seáis humildes. Los Ángeles blancos reciben cariño y regalos de familiares y amigos. Abrazos y palmadas en la espalda por vuestra labor.
ResponderEliminarReciben también miradas, miradas de cariño, de amistad y... de esperanza, de residuos de esperanza de los que os miran y os admiran, de los que depositan en vosotros el tránsito hacia la nada o a la gloriosa transformación hacia la santidad, según las creencias de cada uno.Las creencias
son distintas, las esperanzas son distintas, pero los Ángeles Blancos (sí, con mayúsculas) están siempre ahí
Yo quiero que estéis cuando me toque, sobre todo el Dr Barranco, mi referente, mi hermano menor, en el que tengo puestas todas mis complacencias.
Allí estaré, seguro. Espero que estés tú Ezequiel.
Estaremos todos donde nos toque, donde nos corresponda. Dou fe de ello.
EliminarGracias por tus palabras.
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