Nunca pensé que vería a la contorsionista y al payaso yacer sin ropa en la pista, ajenos a la presencia de familias y niños, que no disimulaban su curiosidad mientras los padres intentaban distraerlos.
El director, escandalizado, ordenó a sus artistas que los ocultaran, pero era tal la pasión que derramaban, que todos se unieron a ellos en una gran orgía —rocambolesca para unos, paradisíaca para otros—, a la que se sumó el público entusiasmado por esos nuevos y desconocidos aires de libertad. Entonces el gran cañón tronó y escupió fuego, el hombre bala voló, con su capa de estrellas y la espada de fuego bajo la carpa azul celestial, y todos, avergonzados, se cubrieron con unas hojas de parra que adornaban las gradas. Ese día el famoso Circo Génesis cerró sus puertas y la humanidad perdió su segunda oportunidad.
Bueno... dudo que me gustara el espectáculo además de que el hombre bala probablemente llevaría los calzoncillos por fuera.
ResponderEliminarMe queda una duda ¿el director no sería un tal Rubiales?
Bueno, cuando aparece una nueva oportunidad cada uno la aprovecha como sabe y puede. Solo hay que identificarla y asumirla.
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