Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 27 de noviembre de 2021

Conversaciones en la barra de un bar - III: Franco

El Generalísimo Franco, de Ignacio de Zuloaga

El bar, una especie de bistró de esos que ofrecen comida económica, estaba casi vacío. Se sentó con esfuerzo en una banqueta en el extremo de la barra y pidió un café que Ezequiel, el camarero, le sirvió diligente. «Buenas tardes» —me saludó su voz atildada nasal—. Volví la cabeza y allí estaba él, como ausente.

Aunque su fama era evidente, se presentó. Me dijo que era militar y que se llamaba Francisco, aunque en su casa lo llamaban como Paco, y me preguntó si lo conocía. Yo, para romper el hielo, le comenté que recordaba haberlo visto en la televisión hace tiempo y que sabía todo sobre su vida.

            Le pregunté si necesitaba algo, si podría ayudarlo, y me dijo que sí, que llevaba mucho tiempo fuera y le sorprendió el tremendo calor que hacía. Me dijo que iba camino de Galicia, a su pazo, que allí se estaba muy fresquito. Acabó el café, se sacó unas monedas del bolsillo y las dejó en la barra, se levantó y se dirigió a la puerta. Antes de que saliera le dije que no me parecía una buena idea, que si no había leído los periódicos, que el pazo ya no era suyo ni de su familia. En un principio no se lo creyó, pero al ver los gestos de asentimiento del resto de los clientes, su gesto cambió, y comenzó a dar golpes y chillar.

            Cogió su bastón, se asomó a la puerta del bar y, con el dedo en alto y amenazante, se dirigió a los pocos vecinos que paseaban o estaban sentados en la terraza, al camarero, a dos policías de ronda, a un vendedor ambulante, a algunos niños que jugaban a la pelota, a un corro de mujeres que hablaban entre ellas, a tres ancianos que tomaban el sol en un banco y a otras personas que iban o venían de sus faenas… pero nadie lo escuchó.

5 comentarios:

  1. ¿Quién iba a escucharlo?
    Todos conocían ya el final de la historia. (esa que, al parecer, aún no ha concluido)

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    1. Hay veces que una historia termina con su protagonista, otras veces es la historia la que transciende al protagonista (y viceversa). Creo en cualquier caso la verdad es la llave.

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  2. Ni siquiera ese jodido Dios, hecho a medida que lo procuró Caudillo de España por la gracia de ese ídem. Caudillo, a un asesino y genocida, que firmó sentencias de muerte al contubernio comunista y judeo-masónico.Bien muerto está. Lástima q tardará tantos años.
    Aunque en el relato resulta maravilloso, ni los más ancianos lo recuerdan

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    1. Me fastidia (a mí y a muchos) ese adjetivo innecesario de "jodido"
      Se puede -y se debe- pedir un respeto a los demás.

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    2. Es la primera vez que veo eso en este grupo. No es un grupo político no religioso, es un grupo de lectores y/o escritores.
      Las verdad, espero una disculpa de alguien que, para colmo, se esconde tras un pseudónimo.

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