Marina

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Marina, de Ezequiel Barranco Moreno

sábado, 13 de noviembre de 2021

Ley de vida

Carta de la Baraja Dixit

Doña Garza amonestaba a sus tres hijas —Gracita, Gracielita y Giselita—, porque se negaban a acompañarla en su viaje anual.

—Yo me voy al norte —decía Gracita, siempre sudorosa y acalorada.

—Pues yo al sur —replicaba Gracielita, acurrucada bajo las alas de su madre, para combatir el frío.

—Y yo no voy a ninguna parte, que aquí estoy bien —anunciaba Giselita aferrada a la rama del árbol que la vio nacer.

 

Apesadumbrada, doña Garza agachó su largo cuello, besó a sus hijas y a la tierra, y emprendió el vuelo, con la esperanza de reunirlas una vez al año.

Nunca faltaron a la cita de cada primavera. A doña Garza se le hicieron los cambios en el color del plumaje cada vez más sutiles; y sus tres hijas, a las que seguían sus pequeños retoños, notaron como el gris se enseñoreaba en su cresta, hasta que un año ya no pudo acudir a la cita.

Gracia, Graciela y Gisela agacharon su largo cuello para besar a la tierra y llamaron a sus hijas para de que las siguieran en el vuelo de vuelta.

 —Nosotras nos vamos al norte —dijeron Gracita, Gabrielita y Garbiñita, siempre sudorosas y acaloradas.

—Pues nosotras al sur —replicaron Gracielita, Gildita y Gumersita, acurrucadas bajo las alas de su madre, para combatir el frío.

—Y nosotras no vamos a ninguna parte, que aquí estamos bien —anunciaron Giselita, Guillermita y Gertrudita, aferradas a la rama del árbol que las vio nacer.

 

Apesadumbradas, doña Gracia, doña Graciela y doña Gisela, agacharon su largo cuello, besaron a sus hijas y a la tierra, y emprendieron el vuelo, con la esperanza de reunirlas una vez al año.

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