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Carta de la Baraja Dixit |
Doña Garza amonestaba a sus tres hijas —Gracita, Gracielita y Giselita—, porque se negaban a acompañarla en su viaje anual.
—Yo me voy al norte —decía Gracita, siempre sudorosa y acalorada.
—Pues yo al sur
—replicaba Gracielita, acurrucada bajo las alas de su madre, para combatir el
frío.
—Y yo no voy a ninguna
parte, que aquí estoy bien —anunciaba Giselita aferrada a la rama del árbol que
la vio nacer.
Apesadumbrada, doña Garza
agachó su largo cuello, besó a sus hijas y a la tierra, y emprendió el vuelo,
con la esperanza de reunirlas una vez al año.
Nunca faltaron a la cita de cada primavera. A doña Garza se le hicieron los cambios en el color del plumaje cada vez más sutiles; y sus tres hijas, a las que seguían sus pequeños retoños, notaron como el gris se enseñoreaba en su cresta, hasta que un año ya no pudo acudir a la cita.
Gracia, Graciela y Gisela
agacharon su largo cuello para besar a la tierra y llamaron a sus hijas para de
que las siguieran en el vuelo de vuelta.
—Pues nosotras al sur
—replicaron Gracielita, Gildita y Gumersita, acurrucadas bajo las alas de su madre,
para combatir el frío.
—Y nosotras no vamos a
ninguna parte, que aquí estamos bien —anunciaron Giselita, Guillermita y
Gertrudita, aferradas a la rama del árbol que las vio nacer.
Apesadumbradas, doña Gracia,
doña Graciela y doña Gisela, agacharon su largo cuello, besaron a sus hijas y a
la tierra, y emprendieron el vuelo, con la esperanza de reunirlas una vez al
año.
Ea...
ResponderEliminarEl ciclo sin fin.
El ciclo sin fin en el que todos vivimos
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